viernes, 19 de junio de 2009

La promesa de provision


Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra (Génesis 12, 3).

Existe un tercer par de promesas, las cuales Abraham prefirió antes que la comodidad y la seguridad de su rica y exitosa existencia en Ur de los Caldeos. Estas se relacionan con la manera en que Dios tuvo la intención de proteger a Abraham, de proveer para él y de asegurar un legado para él a través del curso de la historia. Como una nación grande con un nombre poderoso, Abraham y sus descendientes atraerían la atención de muchas naciones y pueblos. Algunos estarían motivados en apoyar y asistir a Abraham; otros amenazarían con dominarlo. Pero Dios prometió bendecir a esas naciones que lo trataron favorablemente y maldecir a aquellas que lo trataran con deshonra. En esta doble promesa, podemos discernir la determinación resoluta de Dios de proteger y proveer para Abraham, así como a aquellos que lo iban a seguir por fe en la senda de la promesa divina. La promesa adicional de que Abraham iba a ser una bendición para todas las familias de la tierra lo estimuló a él a creer que su grandeza y poder para bendecir se expandiría a toda la tierra y a través de los corredores de la historia. El suyo iba a ser un seguro y fluido legado de bendiciones.

No debe asombrarnos que Abraham dejara un hogar y un país seguro para seguir el liderazgo de Dios en la persecución de estas preciosas y muy grandes promesas. La perspectiva de una relación eterna de amistad con Dios, de ser capaz de extender esa relación a otros, de ser el primero de un vasto y numeroso pueblo que iba a conocer la bendición de Dios, de tener el poderoso Nombre de Dios consigo a los fines de persuadir e influir en otros, de recibir el cuidado y la provisión de Dios –estas preciosas y muy grandes promesas ciertamente empequeñecen cualquier cosa con la que Abraham pudo haber soñado antes.

Pero sostenerse sobre estas promesas en la tarea diaria de confiar en Dios no fue un camino fácil para Abraham. Hubo muchas tentaciones y unos cuantos baches, giros equivocados y oportunidades desperdiciadas. Pero Abraham perseveró, su mente se estableció firmemente en ganar lo que Dios le había ofrecido y él no tranzó por nada menos que las promesas de Dios. El le creyó a Dios, las Escrituras nos dicen a nosotros y así conformó su vida diaria en todos sus detalles en torno a la realización de las promesas de Dios.

Nosotros que compartimos la fe de Abraham también somos estimulados a alcanzar estas mismas preciosas y muy grandes promesas. Podemos conocer la vida como Dios la planeó para nosotros, la vida en toda su plenitud y significado, propósito, gozo, poder y paz, pero sólo la conoceremos cuando echemos a un lado nuestras propias promesas y comencemos a perseguir las promesas de Dios.

Reflexione:
  • ¿Qué obstáculo encuentras en el cumplimiento de estas promesas hechas a Abraham en tu propia vida?
  • ¿Qué puedes hacer para remover los obstáculos y así poder participar más plenamente de las promesas de Dios?
  • ¿Cómo puedes motivar a otros creyentes a buscar las preciosas y grandes promesas de Dios?
Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

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