martes, 30 de junio de 2009

Reprenda el pecado


No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas. (Efesios 5:11)

En vez de hacer lo que hacen las personas del mundo, debemos reprender su maldad. Se nos pudiera llamar la CIA espiritual: nuestro trabajo es reprender las fechorías de las tinieblas. Nuestro instrumento es la Palabra de Dios: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti. 3:16). Nuestra vida y nuestras pa­la­bras deben reprender el mal.

A veces por la manera en la que usted vive puede reprender el mal en la vida de las personas. ¿Alguna vez ha caminado hacia personas que saben que usted es cristiano y que da la casualidad que están en medio de una conversación indecente? ¿Cambian de pronto de conversación? Cuando algunos incrédulos con quienes yo jugaba golf se enteraban de que yo era pastor, sus palabras y actitudes cambiaban de inmediato.

También Dios nos ha dado la misión de reprender verbalmente el mal del mundo. Debemos diagnosticarlo, confrontarlo y después dar la solución. El pecado es un cáncer que debe extirparse. No se ayuda a nadie con pasar por alto su pecado. Las personas deben reconocer su pecado antes de que puedan ver su necesidad de un Salvador.

Tomado de Gracia a Vosotros

Un examen del espiritu


Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno (Salmo 139: 23-24).

De la misma manera que un médico va indicando señales de salud y de enfermedad durante un reconocimiento físico, el Espíritu Santo le va a ir enseñando el estado de su corazón. Entre otras cosas, puede usar las Escrituras y las circunstancias para hacerlo. Y cuando lo haga, al igual que cuando recibimos el informe del médico, es posible que, junto con las señales de salud, recibamos alguna mala noticia.
La buena noticia consiste en que Dios transforma el corazón del hombre.
Lo que más le interesa a Dios es el estado de su corazón. En Hechos 13:22, Dios testifica que en David halló un hombre “conforme a su corazón”; un hombre del que podía estar seguro que haría todo lo que El quisiera. ¿Hallaría Dios en usted un hombre así?
El desarrollo de un fuerte carácter cristiano es el desarrollo de un hombre conforme al corazón de Dios. El carácter es la persona que somos cuando nadie nos está mirando y aquello que estamos dispuestos a defender cuando hay alguien mirando. El carácter es lo que usted está luchando por ser y aquello que se le puede confiar.
La integridad de carácter se produce cuando hay una unidad continua entre las acciones y las convicciones internas a lo largo del tiempo. La fortaleza de carácter cristiana se produce gracias al esfuerzo humano y a la intervención divina a un tiempo. Es la obra que Dios hace en usted cuando usted se relaciona con El en amor. La fortaleza de carácter cristiana es consecuencia del anhelo de su corazón por obedecer a Dios.

Tomado de El Hombre que Dios Usa, por Henry y Tom Blackaby.

lunes, 29 de junio de 2009

Slow fade (una caída lenta)



Alguien propuso que esta canción fuera el tema del Retiro. Aunque no pudo serlo, esta debe ser una canción que cada hombre vea, le ponga atención y medite en ella mas de una vez.

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Tu vas a sufrir



Por alguna razón hemos sido enseñados (y nos ha gustado creerlo) que el Evangelio nos promete una vida prospera y cómoda. Por ninguna parte encontramos esa promesa en La Escritura. Si somos un "prisionero camino a la muerte" entonces en lo que nos queda de vida, ese no es el futuro que debemos esperar.
Piper dice en este mensaje: "Porque no hay otra manera en que el mundo pueda ver la gloria suprema de Cristo hoy a menos que nos liberemos de nuestro estilo de vida de Disneylandia y empecemos a vivir un estilo de vida misionero y sacrificial que le muestre al mundo que nuestro tesoro está en el cielo y no en la tierra. No hay otra forma".
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"Como va a ver el mundo lo satisfactorio que El es para nosotros si lo que parece es que el juguete de la computadora [o la televisión] es lo que realmente nos satisface?"

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La prueba está en la luz


Comprobando lo que es agradable al Señor. (Efesios 5:10)

El gozo de un cristiano es ser ejemplo vivo de la verdad de Dios; ser un ejemplo viviente de lo que es agradable a Él.

Cuando estuve en Damasco, descubrí que las tiendas no tienen ventanas. Si quiere comprar algo, tiene que sacarlo a la calle y levantarlo a la luz para detectar cualquier defecto. De igual manera, la única forma de evaluar nuestra vida es exponer toda conducta, toda decisión y todo motivo ante la luz de Cristo y de su Palabra.

Cuando voy al aeropuerto y paso mis maletas por las cámaras que ven lo que hay dentro, nunca me preocupa lo que vea el policía. No tengo nada que ocultar. No llevo armas ni bombas. Así debemos ser como cristianos. No debe importarnos que la luz revele lo que somos porque ella solo ha de comprobar la veracidad de nuestra identidad. Debemos estar dispuestos a exponer nuestra vida ante la luz para que pruebe que somos luz.

Tomado de Gracia a Vosotros

El arte del saqueo


Y el pueblo salió y saqueó el campamento de los arameos (2 Reyes 7:16).

La tragicómica historia de los leprosos samaritanos nos enseña un poderoso principio de la religión bíblica. La historia es familiar: Samaria había estado bajo un terrible sitio de los sirios y estaba cediendo bajo una hambruna creciente. Entonces, a la palabra de Eliseo, los sirios escaparon durante la noche, aterrorizados de lo que ellos suponían era el sonido de ejércitos que se acercaban. Literalmente, ellos dejaron todo y huyeron. Al amanecer, los dos leprosos, decidiendo que ir a los sirios podía significar su muerte, pero dado que ellos comoquiera estaban muriendo, entendieron que valía la pena intentar si ellos podían rogar por algo de comida, llegaron al campamento abandonado y se encontraron con todo el botín. Habiéndose satisfecho a sí mismos, regresaron a la ciudad y le dijeron al rey y todo el pueblo de Samaria salió afuera y saqueó el campamento abandonado de los sirios. Dios proveyó para las necesidades de Su pueblo – con todo y que estaban en rebelión en contra de El – de acuerdo a la palabra de Su profeta. Y él continúa haciéndolo en este día (Filipenses 4:19).

El principio ilustrado en esta historia es importante. Toda buena dádiva viene de Dios. Toda verdad es verdad de Dios. Y toda buena dádiva y toda verdad de Dios tienen la intención de beneficiar a Su pueblo mientras éste persigue los llamados de Su Reino para trastornar el mundo para Cristo. Este principio de “saquear a los paganos” se presenta en muchos lugares de la Escritura: Israel saqueando a los egipcios mientras escapaban al desierto; el pueblo de Dios bajo Josué saqueando las ciudades de Canaán; los recursos asegurados por Nehemías en la corte persa para la reconstrucción de Jerusalén. Estos son algunos de los episodios que ilustran este mismo principio, que Dios tiene la intención de equipar y proveer para Su pueblo las buenas dádivas y verdades útiles.

Si entendemos este principio, nos retará a estar en la búsqueda de cualquier cosa que Dios quiera darnos, para que así podamos estar mejor equipados para servirle a El en Su Reino. Estas dádivas y verdades son justamente nuestras y es parte de nuestro llamado en el Reino a discernir y asegurar esos bienes para los propósitos de la economía divina.

Para la alabanza de Su gloria, Dios nos ha entregado muchas dádivas y mucha verdad que se encuentra en lugares inimaginables; y para glorificarle a El tenemos el deber como Su pueblo de procesar y desplegar esas dádivas y verdades en el servicio de Su Nombre (Proverbios 25:2; 2 Corintios 10: 3-5).

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

domingo, 28 de junio de 2009

Huya de la cueva


Andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. (Juan 12:35)

Cuando un cristiano peca y participa en las obras de las tinieblas, es como si hubiera tenido una recaída.

Imagínese que está perdido en una cueva. Cuando trata de encontrar la salida, solo se adentra cada vez más en el laberinto de túneles. Pronto está en el vientre de la tierra. Está asustado. Le late con fuerza el corazón. Tiene los ojos bien abiertos, pero lo único que ve es una oscuridad agobiante. Anda a tientas durante horas, y las horas se convierten en un día, y luego otro día.

Toda esperanza parece perdida. De repente, a cierta distancia, se ve una lucecita. Usted se mueve hacia ella, tratando de no caer en un hoyo profundo. ¡Al fin la luz comienza a ampliarse y usted se encuentra en una abertura de la cueva! Con la fuerza que le queda reanuda su viaje hacia la luz del día. Descubre entonces una libertad como nunca la había concebido como posible. Sin embargo, poco después de escapar piensa que había varias cosas de las que disfrutaba en la cueva. De modo que regresa. ¡Cuán insensato! Pero eso es lo que hace un cristiano cuando va tras las obras de las tinieblas.

Tomado de Gracia a Vosotros

Construyendo sobre la obra de Jesús


Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno (1 Corintios 3, 12-13).
Un día viene, las Escrituras nos aconsejan, cuando todo el trabajo que hemos hecho será presentado en despliegue para que todo el mundo, los ángeles, los santos y el Señor de gloria lo inspeccionen. En ese momento será claro y visible para todos cuán agradecidos fuimos con el Señor por todos sus dones buenos y perfectos, cuánto cultivamos la salvación que El gratuitamente nos regaló y cuán dedicados fuimos al trabajo que El nos encomendó. Y entonces escucharemos persona tras persona, de cada edad y tribu y lengua regocijándose mientras el Rey Jesús les dice a ellos, “Bien hecho, siervo bueno y fiel, entra al gozo de Mi Reino”. Si este día y esta expectativa y esperanza no son la fuerza impulsora de cada aspecto de nuestras vidas y trabajo, entonces es dudoso que hemos entendido verdaderamente las Buenas Nuevas del Reino o hemos recibido la salvación que libremente el Rey nos ofrece a nosotros. Ese es un lenguaje muy duro, lo sé, pero enfrentemos la realidad: si no hemos abrazado a Jesús como Señor de cada área de nuestras vidas, de todo el trabajo que se nos ha entregado, entonces todavía estamos viviendo para nosotros mismos, no para El. Estamos intentando construir sobre el fundamento de Su gloriosa obra redentora un edificio de madera, heno y paja y algún día eso se hará tristemente evidente ante la vista de todos.

Pero podemos mirar hacia ese día con esperanza, con la anticipación del gozo sin fin para escuchar la exaltación de nuestro trabajo por parte de Dios. No trabajamos para ganarnos nuestra salvación; trabajamos para el Señor en todas las formas que hemos discutido en la semana porque estamos agradecidos de lo que El nos ha dado y queremos que todo lo que somos y hacemos se enfoque en El, en su belleza y majestad y bondad y gloria.

Entonces, ¿cómo podemos construir sobre la obra de Jesús para así asegurar un resultado gozoso de ese grandioso y último día? Cinco sugerencias rápidas: primero, siempre sé con la obra del Señor (Juan 9:4). ¿Qué puede ser más importante para tu tiempo que llevar a cabo la obra por la cual le traes gloria y honor a Dios? Segundo, mantén tu ojo sobre el horizonte eterno y trabaja siempre para el Señor (Juan 6:27; Col 3: 23-24). En otras palabras, trabaja como si ese día final está encima de ti en cada momento. Sé diligente en complacer a Dios por encima de todas las cosas en todos tus trabajos. Tercero, mantente sobre la senda marcada por la Ley de Dios (1 Juan 2:1-6; Efesios 2:10). Hemos sido salvados para hacer las buenas obras ordenadas de antemano y fijadas en la santa, justa y buena Ley de Dios. Cuarto, busca colaboradores de tu misma mentalidad (1 Corintios 3: 5-9). Afílense, estimúlense, ayúdense y rétense el uno al otro para hacer todo vuestro trabajo como para el Señor. Quinto, tómate el descanso que Dios quiere que tú tomes –cada día y especialmente en el Día del Señor. Necesitamos ser serios acerca del trabajo mediante el cual glorificamos a Dios y necesitamos ser serios acerca del reposo que El demanda. Permitámonos trabajar para la gloria del Señor, así como Jesús lo hizo, procurando cada día mirar el día en que él vendrá en gloria.

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

sábado, 27 de junio de 2009

Los evangelicos no beben, pero comen...!


Los apetitos físicos son una analogía de nuestra habilidad para controlarnos a nosotros mismos. Si somos incapaces de controlar nuestros hábitos alimenticios, probablemente también somos incapaces de controlar otros hábitos como los de la mente (lascivia, avaricia, ira), e incapaces de guardar nuestra boca del chisme o del conflicto.

No debemos permitir que nuestros apetitos nos controlen, sino más bien debemos ejercer control sobre nuestros apetitos (ver Deuteronomio 21:20, Proverbios 23:2; 2 Pedro 1:5-7, 2 Timoteo 3:1-9, y 2 Corintios 10:5). La habilidad de decir “no” a cualquier exceso –“auto-dominio”— es uno de los frutos del Espíritu que es común para todos los creyentes (Gálatas 5:22).

¿Sabias que Dios iguala el pecado de la glotonería al de beber en demasía? Proverbios 23:20-21 No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos.

Tomado de verdadyluzhoy.blogspot.com

Una Estrella fugaz


Ayer murió una estrella que, a lo largo de varias décadas, inspiró e hizo soñar con su magia a millones de personas a lo largo del planeta. Como escribía Andrew Sullivan (via challies.com):

[Michael Jackson] era todo lo que nuestra cultura idolatra; y aún así era de forma muy evidente una persona desesperadamente infeliz, torturada, temerosa y solitaria. Lo siento por él; pero también lo siento por la cultura que lo creó y lo destruyó. Esa cultura es la nuestra, una cultura letal y brutal: con la fama y la popularidad como sus valores esenciales, con el dinero como su única motivación, sacó todo lo que pudo de este [niño prodigio], y cuando ya no pudo sacar más, lo escupió [como quien se desahace de una goma de mascar después de haberle sacado todo el jugo].”

A pesar de ello, millones de personas continuán aspirando a ser famosos… siguiendo la estela de Jackson o de cualquier otro famoso (de los de verdad o de los de pacotilla); sin caer en la cuenta que, como escribe Sullivan en su blog, al verle cambiar de raza, de edad y casi hasta de género; hemos asistido al triste “espectáculo” de un alma torturada, en busca de lo que el resto de nosotros damos por sentado: una vida normal.

Por Xavier Memba
Tomado de todopensamientocautivo.blogspot.com

Perversiones de Satanás


Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. (Efesios 5:3-4)

Tanto el amor de Dios como el amor de sus hijos es clemente, incondicional y altruista, pero por seguro Satanás pervertirá eso. El amor terrenal es superficial, egoísta, sensual y sexual, y Satanás le ha hecho creer al mundo esa definición del amor.

A diferencia del amor del mundo, el versículo de hoy termina indicando que debemos dar gracias. Pablo dijo que “Dad gracias a Dios en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:18). Cuando somos agradecidos por todo, nos salimos de nosotros mismos, porque la acción de gracias se dirige a Dios.

En vez de hablar de las personas, ámelas de una manera que transmita gratitud. Recuerde que el amor de Dios es desinteresado y agradecido, pero el amor del mundo es egoísta e ingrato.

Tomado de Gracia a Vosotros

viernes, 26 de junio de 2009

La búsqueda de amor del mundo


Sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
Colosenses 3:14

Las personas del mundo buscan mucho el amor. Se considera como la meta suprema el amar y ser amado. Se ve al amor como la forma de experimentar las emociones extremas: nunca será tan feliz ni estará tan triste como cuando está enamorado.

La música actual estimula esa búsqueda del amor. Casi toda ella tiene el mismo mensaje implícito, sea la fantasía de un amor que se busca o la desesperanza de un amor perdido. Las personas siguen persiguiendo ese sueño esquivo. Fundamentan su concepto del amor en lo que hace para ellos. Las canciones, los dramas, las películas, los libros y los programas de televisión perpetúan continuamente la fantasía; el sueño de un amor perfecto satisfecho a la perfección.

El amor del mundo es implacable, condicional y ególatra. Se centra en el deseo, el placer egoísta y la lujuria; todo lo opuesto del perfecto amor de Dios. Las personas buscan amor, pero no es el amor verdadero; es la perversión de Satanás.

Tomado de Gracia a Vosotros

jueves, 25 de junio de 2009

Purificador de plata



Había un grupo de mujeres reunidas en su estudio bíblico semanal, y mientras leían el libro de Malaquías encontraron un versículo que dice:
"Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata"
Malaquías 3:3
Les intrigó en gran manera lo que podría significar aquella afirmación con respecto al carácter y la naturaleza de Dios. Una de ellas ofreció investigar el proceso de la purificación de la plata.
Esa semana la dama llamó a un orfebre y arregló una cita para ver su trabajo. No le mencionó detalles acerca de la verdadera razón de su visita, simplemente le contó que tenía curiosidad y quería saber cómo se purifica la plata.
Mientras observaba al orfebre sostener una pieza de plata sobre el fuego dejándolo calentar intensamente, él le explicó que para refinar la plata debía sostenerla en medio del fuego, donde las llamas arden con más fuerza, y así sacar las impurezas.
En ese momento ella imaginó a Dios sosteniéndonos en un lugar así de caliente.. Entonces recordó una vez más el versículo: "Y Él se sentará como fundidor y purificador del plata".
Le preguntó al platero si era cierto que debía permanecer sentado frente al fuego durante todo el tiempo que la plata era refinada.
El orfebre respondió: Sí. No sólo debo estar aquí sentado sosteniendo la plata, también debo mantener mis ojos fijamente en ella durante el tiempo que está en el fuego. Si la plata quedara en el fuego un instante más de lo necesario, sería destruida.
Después de un momento de silencio, la mujer preguntó:
- ¿Cómo sabe cuándo está completamente refinada?
El orfebre sonrió y le respondió:
- Ah! ... es muy fácil: cuando puedo ver mi imagen reflejada en ella.
Si hoy sientes el calor del fuego recuerda que Dios tiene sus ojos puestos en ti. Continuará observándote hasta que vea su imagen reflejada en ti.

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta, como en un espejo la Gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria, en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. 2 Corintios 3:18

El amor incondicional


También Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. (Efesios 5:2)

La Biblia no se refiere al amor cristiano como una emoción, sino como un acto de abnegación. Una persona que verdaderamente ama a alguien no trata de quitarle nada a esa persona. Es porque el amor cristiano nunca está condicionado a recibir algo; es incondicional.

A menudo el mundo define el amor desde el punto de vista de lo que puede obtener. Pero Dios nos ama aun cuando nunca recibe nada a cambio. Si ese tipo de amor caracterizara el matrimonio, el índice de divorcios no sería lo que es hoy. Si quienes dicen que ya no aman a su cónyuge pudieran comprometerse a amarlo de manera incondicional, pudieran descubrir que pueden recrear ese amor. Nuestro Señor Jesucristo no nos ama por lo que pueda sacar de nosotros; nos ama a pesar de la aflicción que le causamos. Haga del amor incondicional su meta, y sea humilde, obediente y abnegado.

Tomado de Gracia a Vosotros

El trabajo de la santificacion


Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no sólo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito (Filipenses 2, 12-13).

Crecer en el Señor Jesús no es una opción para el seguidor de Cristo. Pedro nos manda a eso (2 Pedro 3:18). Pablo le reprochó a los Corintios el hecho de que no estaban creciendo (1 Corintios 3:1-3) y el escritor de Hebreos reprendió a sus lectores con la realidad de que eran meros infantes cuando, de hecho, ellos ya debían estar enseñando a otros (Hebreos 4: 12-14). Si eres un seguidor de Jesucristo, entonces necesitas crecer en la gracia y conocimiento del Señor, ocupándote de tu salvación con temor y temblor. Pablo está exactamente en lo cierto cuando dice que tenemos que “ocuparnos” de esta salvación, porque el crecimiento no viene de manera fácil o automática. La ley del pecado que mora dentro de nosotros opera para mantenernos distraídos e indiferentes hacia nuestro crecimiento en el Señor (Romanos 7: 21-23). El mundo está lleno de tentaciones y distracciones que atrapan nuestro interés, tiempo y fortaleza (Santiago 4:4). Y el diablo trabaja horas extras para conducirnos a encontrar “mejores” cosas que hacer con nuestro tiempo que ocuparnos de nuestra salvación (Efesios 6: 10-20).

Pero para cuidar de nuestra salvación debemos admitir al Señor y a nuestros hermanos que somos hijos rebeldes y desobedientes. Dios, el Dador de toda dádiva perfecta, nos ha provisto de todos los medios necesarios para ocuparnos de nuestra salvación: la Palabra de Dios, la oración, la adoración, la comunión con otros creyentes, buenos libros y cursos enseñados por escritores e instructores competentes. El, incluso, nos ha dado Su Espíritu para que more dentro de nosotros. El Espíritu Santo posee poder abundante y suficiente para ayudarnos a crecer en el Señor (Efesios 3:20).

Pero debemos aceptar el reto de crecer en el Señor – el trabajo de la santificación – si queremos conocer un verdadero progreso en El. Necesitamos separar el tiempo necesario para la práctica de las disciplinas espirituales, sacar tiempo de otras diversiones e incluso de las horas de sueño, para que podamos leer y meditar en la Palabra de Dios y poder ir a El en oración. Necesitamos aprender a estudiar nuestras Biblias y a como mejorar nuestras vidas de oración y entonces ocuparnos consistentemente en crecer en cada una de estas áreas. Debemos ocuparnos en cultivar la clase de amigos cristianos que nos van a aguzar, como el hierro afila al hierro (Proverbios 27:17). Y debemos ocuparnos de arrepentirnos de todos los pecados conocidos, asumiendo la vida de santidad y haciendo buenas obras por amor a otros (Efesios 2: 8-10). Esto es verdaderamente cierto: no seremos capaces de hacer ninguna obra agradable al Señor a menos que estemos ocupados diariamente en mejorar nuestro caminar con El. Esto convierte el trabajo de la santificación en uno supremamente importante. Mientras más conscientemente trabajemos en nuestra salvación, más efectivos seremos en ver nuestras obras trayendo honor y gloria al Señor (Juan 17:4).

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

miércoles, 24 de junio de 2009

La profundidad del amor


Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.
(1 Pedro 4:8)

Los cristianos debemos amar hasta más no poder, que incluye el cubrir “multitud de pecados”. Se debe afrontar el pecado pero también se debe perdonar. Eso es lo que implica “cubrir”. Debemos poner una frazada sobre el pecado pasado ya resuelto.

Examínese. ¿Le guarda rencor a alguien en su casa? Si lo hace, recuerde que Jesucristo ya pagó el castigo de cualquier cosa que esa persona hiciera. Su incapacidad para perdonar contradice su amor. Y si la falta de perdón es característica de su vida, tal vez usted no sea cristiano.

Inevitablemente, los que tienen un gran sentido del perdón están dispuestos a perdonar a los demás. Las personas que saben que se les ha perdonado mucho pueden perdonar mucho. Espero que eso le suceda a usted.

Tomado de Gracia a Vosotros

El trabajo de mayordomia


Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido? (1 Corintios 4, 7)
La Escritura enseña que todo bien y don perfecto viene hacia nosotros de parte de nuestro Padre celestial. Estos buenos dones incluyen nuestro trabajo, como hemos visto. Y, como cada buen regalo, deseamos hacernos cargo de esos que recibimos, usándolos con una visión de honrar a Aquel que los entregó por nosotros. Asimismo, nuestras vidas son llenadas con otros buenos y excelentes dones por parte de Dios y se nos llama a ser buenos mayordomos sobre ellos, usándolos, de alguna manera, para honrar al Dador de cada don bueno y perfecto. Ejercer la buena mayordomía sobre todos los dones que Dios nos ha dado nos toma tiempo, energía y cuidado – en otras palabras, trabajo. Un trabajo de mayordomía se nos ha confiado con respecto a todos los buenos dones que recibimos de parte del Señor. Como los talentos en la parábola de Jesús, Dios nos da a nosotros dones buenos y perfectos para que así tengamos que trabajar duro para usarlos, trayéndole honor y gloria a Su Nombre (Mateo 25:14-30; Juan 17:4).
¿Qué está incluido en este trabajo de mayordomía? Bueno, primero que todo, nuestros cuerpos y la salud que debemos preservar. Dios no es indiferente a las cosas que comemos y bebemos y cómo. Ciertamente, tenemos instrucciones específicas del Apóstol Pablo de usar nuestra comida y bebida como maneras de glorificar a Dios (1 Cor. 10:31). Segundo, nuestras posesiones materiales – nuestra casa y nuestros carros, ropas, herramientas, artículos personales, computadoras, televisores y la lista continúa. Dios nos permite tener esas cosas y El no es indiferente con respecto a cómo las usamos o la manera en que las cuidamos. Existe un libro titulado “La Casa como un Espejo del Yo”. El autor argumenta que todo acerca de nuestros hogares tiene significado y dice algo acerca de quienes somos y qué es importante para nosotros. ¿Qué dice la forma en que está ordenada tu casa acerca de tus convicciones? ¿Los libros en tus estantes? ¿El uso que tú haces de la televisión? ¿Cuán limpia mantienes tu vivienda? ¿La hospitalidad que muestras a otros?
Más allá de todo esto, tenemos una mayordomía de la riqueza –el dinero que ganamos. ¿Honramos al Señor con nuestro dinero, dando nuestros diezmos y ofrendas, ahorrando para el futuro y rehusando echar las perlas de nuestras billeteras al despliegue comercial que nos brinda la publicidad? Necesitamos tomar la palabra mayordomía tan seriamente como el trabajo que tenemos que desarrollar en nuestras oficinas, porque en cada caso el potencial de hacer bien a otros y traerle la Gloria a Dios es real y grandioso. Y con todo esto existe una mayordomía del tiempo –sacar el máximo de cada momento para traerle honor y gloria al Señor (Efesios 5:15-17; Salmo 90:12, 16, 17). Claramente, necesitamos trabajar duro en nuestra mayordomía de los buenos regalos de Dios, si esperamos glorificarle a El en el trabajo que se nos ha entregado.

Reflexione:
  • Medita en Efesios 5: 15-17. Haz una lista de todas las “oportunidades” para glorificar a Dios que se te ha dado en la semana.
  • De acuerdo a Efesios 5:15-17, si no sacamos el máximo partido de estas oportunidades de traerle gloria a Dios, ¿qué les sucederá a esas oportunidades? ¿En qué nos convierte a nosotros?
  • En la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), ¿están algunos de los dones entregados por Dios a ti todavía envueltos en servilletas y enterrados? Explicar.

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

martes, 23 de junio de 2009

Mida su amor


Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó. (Efesios 2:4)

La mejor vara de medir el amor en la vida de un cristiano puede ser el perdón. Es porque Dios nos demostró su amor desde el punto de vista del perdón. La Biblia pudo habernos enseñado que de tal manera amó Dios al mundo que ha hecho flores o árboles o montañas. Pero ella enseña que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Él dio a su Hijo para perdonarnos. Eso demuestra sin dudas el amor de Dios más que las flores, los árboles o las montañas.

Mida su amor. Pregúntese: ¿Amo? Si no ama, no es de Dios porque los hijos de Dios aman a los demás (1 Jn. 4:7-8). ¿Cómo puede saber si usted se caracteriza por el amor? Pregúntese: ¿Estoy enojado con alguien por algo que me hizo? ¿A menudo me enojo con los demás, ya sea que exprese o no mi enojo? ¿Hablo de los demás lo que no debo hablar? Esas son características de su antigua manera de vivir; características de las que debe librarse a fin de amar y perdonar a los demás.

Tomado de Gracia a Vosotros

Mas que un empleo



Nada hay mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno. Esto también yo he visto que es de la mano de Dios (Eclesiastés 2, 24).

Un trabajo es una cosa fascinante. Un trabajo provee una manera para una persona comprometer habilidades particulares en tareas específicas, de acuerdo a determinados calendarios y programas que procuran la producción de bienes y servicios útiles para otros. Pero si todo lo que vemos en nuestro trabajo es una forma de ganarnos la vida y quizás encontrar una pequeña medida de satisfacción, hemos perdido el punto principal de cómo nuestro trabajo se ajusta al esquema total del trabajo que se nos ha entregado. Los trabajos son importantes –más que lo que podemos reconocer a primera vista.

Porque, ¿de dónde vienen todas esas habilidades? ¿Y los recursos para dirigir esas capacidades hacia los bienes y servicios? ¿De dónde viene el fluido y flujo de la economía, sino de la mano de Dios? Todos los trabajos son un regalo de Dios y un medio mediante el cual, a través de Su amor y fidelidad, El supervisa el encuentro de las necesidades humanas y la satisfacción de los deseos humanos. Esto no quiere decir que todos los trabajos imaginables deben ser reconocidos como sagrados y provenientes de Dios. El no condona el trabajo vinculado a profesiones inmorales como la prostitución, los asesinatos a sueldo, el tráfico de drogas, la provisión de pornografía y otros tantos. Pero los trabajos legítimos que traen el bien a otros y proveen para las necesidades de nuestros vecinos son dados por la mano de Dios. Todas las habilidades para trabajar vienen de El. Todos los recursos que necesitamos para trabajar son provistos por El. Todo el trabajo legítimo contribuye al bien de la sociedad y capacita a otros para trabajar y proveer para sus necesidades. Todo esto es un regalo de Dios; sin embargo, debemos recibir nuestro trabajo como tal y dar gracias y alabar a Dios mientras asumimos nuestros trabajos cada día, cumpliendo de esta manera un rol pequeño, pero significativo en la economía divina.

Cuando entendemos nuestro trabajo de esta forma, como regalo de Dios, nos inspira a hacer nuestro trabajo – no importa cuán insignificante o sofisticado sea- con el más alto grado de bondad y excelencia. Ver el trabajo como un regalo de Dios nos conduce a preocuparnos por aquellos que se beneficiarán de nuestro trabajo y nos llena con un sentido de gratitud y plenitud hacia el trabajo bien hecho. El trabajo es un regalo y cuando lo recibimos como tal y trabajamos de acuerdo a los méritos del Dador, traemos gloria a Dios en nuestros trabajos.

Reflexione:

  • Medita en Colosenses 3, 23-24. ¿Se incluye nuestros trabajos? ¿Qué significa hacer todo para Dios y no para los hombres?
  • ¿Qué diferencia quedará marcada en tu trabajo si lo haces con una actitud de alabanza y gratitud en todo tiempo?
  • Lee Exodo 31:1-16. Haz una lista de todas las cosas que Dios le entregó a Bezaleel y Aholiab para que ellos pudieran cumplir el trabajo que se les había asignado.
  • Ahora haz una lista de todas las cosas que Dios te ha dado para capacitarte en la realización del trabajo entregado. ¿Le has agradecido a Dios recientemente por esos regalos?
  • Los “regalos” que Dios nos ha dado para nuestro trabajo son como herramientas que debemos usar en un jardín. ¿Cuáles son algunas de las cosas que una persona debe saber y hacer para sacar el máximo de cada herramienta diferente?
  • ¿Hasta qué punto estás consciente de que tu trabajo es un regalo de Dios?

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

lunes, 22 de junio de 2009

Imitadores de Dios


Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Efesios 5:1

El imitar a Dios pudiera ser fácil de analizar, pero es difícil de hacer. No puede hacerlo con su propia fuerza. Pero Jesús nos dio en el Sermón del Monte el punto de partida para imitar a Dios. Tenemos que llorar por nuestro pecado con un espíritu quebrantado y contrito. Cuando estemos abrumados por nuestro carácter pecaminoso, tendremos hambre y sed de justicia. Así que hay una paradoja: “Debemos ser como Dios, pero tenemos que reconocer que no podemos ser como Él por nuestro propio esfuerzo”.

Una vez que estemos conscientes de la paradoja, entonces sabemos que debe de haber algún otro poder para hacer posible el imitar a Dios. El apóstol Pablo pedía a Dios que nos fortaleciera “con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Ef. 3:16). El Espíritu Santo da la fortaleza para que seamos “llenos de toda la plenitud de Dios” (v. 19). Podemos ser como Dios (desde el punto de vista de su carácter), pero no podemos lograrlo por nuestra cuenta. Esa es la obra del Espíritu.

Tomado de Gracia a Vosotros

Tu trabajo le importa a Dios



Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera (Juan 17, 4).
La mayoría de nosotros reconocerá y prontamente concurrirá con la respuesta a la primera pregunta del Catecismo Breve de Westminster: “¿Cuál es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutarlo a El para siempre”. Por supuesto que debemos glorificar a Dios; todos los creyentes saben y aceptan eso. ¿Pero cómo? ¿Asistiendo a la iglesia y adorando con todas sus fuerzas? Parcialmente. ¿Uniéndose a un estudio bíblico y compartiendo con otros la Palabra de Dios? Eso podría ayudar. ¿Practicando la oración y tratando a nuestras familias amablemente y amando a nuestros prójimos como a nosotros mismos? Todo eso también importa. Pero la verdadera respuesta a la pregunta de cómo podemos glorificar a Dios en esta vida es vivir esta vida de la forma en que Jesús lo hizo. En Su gran oración sacerdotal al Padre, Jesús reconoció que El había glorificado a Dios durante Su tiempo en la tierra. Un poco más tarde, El le iba a decir a sus discípulos, “Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío” (Juan 20, 21). Jesús glorificó al Padre y nosotros hemos sido enviados para glorificar al Padre – de la misma forma que Jesús lo hizo. Podemos preguntar entonces, ¿cómo Jesús glorificó al Padre?

Mediante Su trabajo. El lo dice: Jesús vino a la tierra con trabajo para hacer, un trabajo únicamente asignado a El, comisionado a El por el Padre. El cumplió ese trabajo y, en el proceso, trajo la gloria a Dios. Mediante Su trabajo, Jesús desplegó a Dios brillantemente para que todos lo vieran. El nos ha enviado a nosotros al mundo, precisamente, de la misma manera. Dios nos ha dado a cada uno de nosotros un llamado único, una agenda tallada por El con trabajo para hacer y El espera que nosotros hagamos ese trabajo en una forma que le traiga gloria a El. En nuestro trabajo –todo nuestro trabajo, cualquiera que sea- Dios tiene la intención de afirmar su presencia para que la forma en que nosotros trabajamos y la cantidad de trabajo que hagamos se levante por encima de aquellos que simplemente trabajan para ganarse la vida. Tu trabajo le importa a Dios y no sólo para ganarte la vida o mantener las apariencias. Tu trabajo le importa a Dios, porque El tiene la intención de glorificarse en tu trabajo, tal y como El lo hizo en la obra de Su Hijo. No, no tenemos el mismo trabajo que Jesús tenía; tenemos el trabajo que Dios nos ha designado y El es capaz de entrar a ese trabajo y a través del mismo mostrarse a sí mismo en Su gloria al mundo que nos observa. Tu trabajo le importa a Dios, pero el trabajo que se nos ha entregado es más grande que el empleo que tenemos. Mientras queremos trabajar duro para glorificar a Dios en nuestros trabajos, necesitamos ser igualmente diligentes para procurar la gloria de Dios en todas nuestras obras. Pero eso significa, primero que todo, que debemos identificar el trabajo que se nos ha entregado y entonces debemos entender lo que requiere glorificar a Dios en nuestro trabajo.

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

domingo, 21 de junio de 2009

Varonilmente con las esposas


El lunes 6 de julio a las 8:00PM en el local de La IBI tendremos una reunión con todos los casados que fueron a VARONILMENTE y sus esposas. Los pastores quieren hablarnos sobre los temas tratados durante el Retiro y los frutos y situaciones que éstos han traído.

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La norma de Dios


Seréis, pues, santos, porque yo soy santo.
Levítico 11:45

La vida cristiana pudiera resumirse en esta declaración: Ser imitadores de Dios. Jesús dijo “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48). El apóstol Pedro reiteró esa norma elevada cuando dijo “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.

Cuanto más se conoce a Dios, tanto más se entiende quién Él quiere que seamos, de modo que lo primero que el creyente debe procurar es conocer a Dios (Fil. 3:10). Eso puede lograrse solo cuando estudiamos el carácter de Dios cómo se revela en las Escrituras.

Tomado de Gracia a Vosotros

Todas en una


Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre vosotros por nosotros (por mí y Silvano y Timoteo) no fue sí y no, sino que ha sido sí en El. Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí; por eso también por medio de El, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros (2 Corintios 1, 19-20).
Frecuentemente en las Escrituras, cuando Dios se está refiriendo a la relación de promesa que El tiene con Su pueblo, El resume todos los beneficios y bendiciones de la misma con la frase, “Yo seré tu Dios y tú serás Mi pueblo”. Esta relación de pacto captura la esencia de la vida de las promesas divinas que podemos recibir por la gracia de Dios. El se vincula con nosotros como nuestro Dios y nos causa que nos aferremos a El y vivamos para El como Su pueblo. Nada, ninguna otra forma de vida, podría ser más plena, más satisfecha, más plena con justicia, paz y gozo que la vida que podamos tener con Dios. El es todo lo que necesitamos, la plenitud de gozo y placer que podemos encontrar para siempre (Salmo 16). Y en Jesucristo, sin embargo, Dios ha traído en un enfoque sencillo todas Sus preciosas y muy grandes promesas y nos invita a nosotros a entrar en ellas, disfrutarlas, vivirlas y pasarlas a otros. Pablo dice que Jesucristo es el “Sí” de las promesas de Dios. Si tenemos a Jesús, si El está en nosotros y está creciendo en nosotros, todas las preciosas y muy grandes promesas de Dios serán nuestras.
Es difícil describir o explicar sólo cuán completamente satisfactoria puede ser la vida en las promesas de Dios. A través de Jesucristo conocemos la bendición de una relación íntima con el Dios viviente. Por El, y en Su poder, somos comisionados a extender esa vida bendecida al mundo entero. Somos parte de una gran compañía de personas dotadas de la misma mentalidad nuestra que están en una misión otorgada por Cristo de extender Su Reino e incrementar Su gloria. Vemos el poder de Su Nombre para persuadir a otros de su necesidad de salvación y nos regocijamos de ser capaces, por Su Espíritu, de asimilar Su Palabra con efectos poderosos. El está con nosotros siempre y nosotros estamos sentados en lugares celestiales con El; así, nosotros sabemos que El proveerá todas nuestras necesidades y nos guardará contra aquellos que podrían hacernos daño. E incluso si sufrimos daño, nunca será en vano, porque la aflicción por el Nombre de Jesús trae paz, fortaleza y seguridad creciente de Su presencia y amor.
Asimismo, somos capaces de dejar un legado de alabanza a Dios que se extiende desde nosotros a todas las personas que tocamos por Su gracia y a todas las personas que tocamos, por generaciones venideras. Por Su gloriosa obra salvadora, Jesús de Nazaret ha sido declarado Hijo de Dios con poder, el Salvador y el Señor de todos los hombres, el punto focal de las promesas de Dios, el Camino, la Verdad y la Vida. Conocerlo a El es conocer a Dios. Llenarse de El es llenarse de Dios. Vivir por El es tomar la vida de las preciosas y muy grandes promesas, todos los días, en todas las situaciones, para que así, la gracia y la verdad, belleza y bondad, excelencia y amor permeen todo lo que somos y hacemos.

Reflexione:
  • ¿Crees que Dios puede capacitarte para conocer y experimentar más de Sus preciosas y muy grandes promesas? ¿Qué va a requerir eso de ti?
  • ¿Crees que las preciosas y muy grandes promesas de Dios son más importantes, más seguras y más satisfactorias que cualquier otra promesa que puedas visualizar? ¿Cómo esperas que esas promesas afecten tu matrimonio, tu trabajo, tu testimonio y tu involucramiento en la iglesia?
  • ¿Cuáles son las lecciones más importantes que has aprendido de este estudio semanal de las promesas de Dios?

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

sábado, 20 de junio de 2009

Varonilmente en MP3


Ya están disponibles las 5 prédicas del Retiro en la web de La IBI.
Bájalas, óyelas, guárdalas, vuelve a oírlas después y recomiéndalas a otros hombres.

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Vivir nuestro mensaje


Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,
dando gracias a Dios el Padre por medio de él. (Colosenses 3:17)

Los incrédulos prestarían más atención a nuestro mensaje evangélico si le diéramos algo especial a observar. Pudiéramos comenzar por no mentir y por decir siempre la verdad. ¿Qué sucedería si nunca nos enojáramos hasta pecar, sino que siempre obráramos con amor; que nunca robáramos, sino que siempre compartiéramos lo nuestro; y que nunca dijéramos vulgaridades, sino que siempre pronunciáramos palabras edificantes? ¿Puede imaginarse cómo reaccionarían los perdidos si nunca nos amargáramos, ni enojáramos, ni mostráramos resentimiento, ni fuéramos violentos, ni calumniadores, sino que siempre nos caracterizara la bondad, la compasión y el perdón? Tal vez entonces prestarían más atención.

Examine su conducta. ¿Dice usted la verdad? ¿Controla usted su enojo de tal modo que solo actúa con justicia? ¿Comparte con otros lo que tiene? ¿Habla con misericordia? ¿Es usted bondadoso, compasivo y clemente? Si usted es un nuevo hombre o una nueva mujer en Cristo, vivirá de esa manera.

Tomado de Gracia a Vosotros

Aferrándonos a las promesas


Sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo (Romanos 4, 20-21).

No importa lo que hagas en la vida, tú perseguirás promesas. Es la forma en que la gente vive. Fijarás tu mente y corazón en un montón de promesas –cosas y situaciones que crees te proveerán de la felicidad y bienestar máximos- y todo lo que hagas todos los días de tu vida te llevará al cumplimiento de dichas promesas. Sin embargo, Dios nos ofrece preciosas y muy grandes promesas –las promesas hechas a Abraham- y nos invita a venir, por fe en Jesucristo, a recibir la gracia de esas promesas y la plenitud de vida con El. Entonces, ¿cómo nosotros nos aferramos a las promesas de Dios para que así conozcamos de manera creciente esta vida plena y abundante que El planea para nosotros? Pablo nos dice brevemente cómo podemos comenzar a organizar nuestras vidas en derredor de las promesas de Dios y enfocar nuestras energías en la realización de ellas más y más, día por día.

Primero, necesitamos asegurarnos que entendemos las promesas de Dios y que las vemos tal y como son: preciosas y muy grandes. Abraham luchó con esto. El trató de que las promesas de Dios se ajustaran a sus experiencias y expectativas carnales. Le tomó muchos años de esperar en el Señor, escucharlo a El y recibir clarificación adicional antes de entender finalmente la enormidad de lo que Dios le estaba prometiendo. Asimismo nosotros, si conociéramos estas promesas, debemos rendirnos al estudio, a la meditación y a la espera en Dios, para así expandir nuestra visión y entendimiento, hasta que la grandeza y las implicaciones de estas promesas se instalen en nuestras mentes y corazones.

Luego, debemos darle gloria a Dios por Sus promesas –alabándole y agradeciéndole a El diariamente, conversando con El acerca de Sus promesas y exaltándole por tanta gracia y misericordia derramadas, entregándole a El nuestros planes y visiones con actitud de agradecimiento y alabanza. Como parte de este ejercicio, trata de visualizar, diariamente, cómo se verá tu vida al momento de dar el próximo paso hacia una u otra de las promesas. Por ejemplo, a Abraham se le prometió un hijo. Aunque estaba bien entrado en edad y él y Sara no habían tenido relaciones sexuales durante muchos años, él supo en qué consistía el próximo paso y él lo dio en fe. ¿Cómo se ve tu próximo paso mientras tratas de hacer del Evangelio de Jesucristo tu vida misma, de bendecir las vidas de tus hermanos, de persuadir de la verdad de Dios a tus conocidos inconversos, de influir en las formas de pensar de las mentes mundanas que te rodean, de confiar en Dios para tu provisión diaria y de crecer en Sus bendiciones?

Mientras vivimos por Sus promesas diariamente, nos movemos hacia ellas más y más. Estudia, alaba al Señor, no te ciegues al despliegue de Sus promesas en tu vida y entonces actúa bajo la creencia de que El lo hará. Esta es la forma de aferrarnos a las preciosas y muy grandes promesas de Dios.

Reflexione:
  • ¿Qué harás a partir de este punto para aferrarte a las promesas de Dios?
  • Dios hizo un pacto con Abraham en Génesis 15, en el cual El juró cumplir todo lo que El había prometido¿Estarías dispuesto a perseguir firme y consistentemente las preciosas y muy grandes promesas de Dios? ¿Cómo se lo dirías al Señor? Haz una oración en esa dirección.
Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

viernes, 19 de junio de 2009

La promesa de provision


Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra (Génesis 12, 3).

Existe un tercer par de promesas, las cuales Abraham prefirió antes que la comodidad y la seguridad de su rica y exitosa existencia en Ur de los Caldeos. Estas se relacionan con la manera en que Dios tuvo la intención de proteger a Abraham, de proveer para él y de asegurar un legado para él a través del curso de la historia. Como una nación grande con un nombre poderoso, Abraham y sus descendientes atraerían la atención de muchas naciones y pueblos. Algunos estarían motivados en apoyar y asistir a Abraham; otros amenazarían con dominarlo. Pero Dios prometió bendecir a esas naciones que lo trataron favorablemente y maldecir a aquellas que lo trataran con deshonra. En esta doble promesa, podemos discernir la determinación resoluta de Dios de proteger y proveer para Abraham, así como a aquellos que lo iban a seguir por fe en la senda de la promesa divina. La promesa adicional de que Abraham iba a ser una bendición para todas las familias de la tierra lo estimuló a él a creer que su grandeza y poder para bendecir se expandiría a toda la tierra y a través de los corredores de la historia. El suyo iba a ser un seguro y fluido legado de bendiciones.

No debe asombrarnos que Abraham dejara un hogar y un país seguro para seguir el liderazgo de Dios en la persecución de estas preciosas y muy grandes promesas. La perspectiva de una relación eterna de amistad con Dios, de ser capaz de extender esa relación a otros, de ser el primero de un vasto y numeroso pueblo que iba a conocer la bendición de Dios, de tener el poderoso Nombre de Dios consigo a los fines de persuadir e influir en otros, de recibir el cuidado y la provisión de Dios –estas preciosas y muy grandes promesas ciertamente empequeñecen cualquier cosa con la que Abraham pudo haber soñado antes.

Pero sostenerse sobre estas promesas en la tarea diaria de confiar en Dios no fue un camino fácil para Abraham. Hubo muchas tentaciones y unos cuantos baches, giros equivocados y oportunidades desperdiciadas. Pero Abraham perseveró, su mente se estableció firmemente en ganar lo que Dios le había ofrecido y él no tranzó por nada menos que las promesas de Dios. El le creyó a Dios, las Escrituras nos dicen a nosotros y así conformó su vida diaria en todos sus detalles en torno a la realización de las promesas de Dios.

Nosotros que compartimos la fe de Abraham también somos estimulados a alcanzar estas mismas preciosas y muy grandes promesas. Podemos conocer la vida como Dios la planeó para nosotros, la vida en toda su plenitud y significado, propósito, gozo, poder y paz, pero sólo la conoceremos cuando echemos a un lado nuestras propias promesas y comencemos a perseguir las promesas de Dios.

Reflexione:
  • ¿Qué obstáculo encuentras en el cumplimiento de estas promesas hechas a Abraham en tu propia vida?
  • ¿Qué puedes hacer para remover los obstáculos y así poder participar más plenamente de las promesas de Dios?
  • ¿Cómo puedes motivar a otros creyentes a buscar las preciosas y grandes promesas de Dios?
Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

Una perspectiva del perdón


Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32)

Dios fue bondadoso y compasivo con usted, perdonándolo aun cuando no lo merecía. Si basa su actitud hacia los demás en lo que ellos merecen, no ha entendido bien. No grite a los demás, ni los desacredite ni se enoje con ellos, aun cuando lo merezcan. Quienes ejemplifican el carácter de Dios son amorosos, bondadosos, considerados y clementes. Esa es la actitud que Dios espera de los que son sus nuevas criaturas en Cristo.

Tomado de Gracia a Vosotros

jueves, 18 de junio de 2009

Apaga tu idolo



Te ruego que veas este video. Pero te pido que ores antes de verlo. Hazlo sin prisa: no tienes que hacerlo ahora, bien puede ser mas tarde.
Cuando lo estes viendo no pienses que seria bueno que lo vieran otras personas. Tampoco seas tentado a pensar que "se pasaron" o que "son legalistas". Este es un mensaje para hombres que van camino a su ejecución (dead man walking).

El retiro continúa aqui...

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Arrancó la construcción


Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el SEÑOR no guarda la ciudad, en vano vela la guardia. Salmos 127:1b

En el dia de ayer empezaron a llegar las vigas que darán soporte a la estructura del nuevo edificio de La IBI. Acaso confiaremos en la fuerza de las máquinas y de la experiencia de nuestros ingenieros para levantar esta obra? Debe ser un compromiso de todos y en especial de los hombres de nuestra iglesia el sustentar esta obra en oración, para que sea Jehová quien la edifique y se deleite en ella y no nosotros mismos con nuestro brazo y para nuestra gloria.

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Nuestro espíritu misericordioso


No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

Efesios 4:30

El Espíritu Santo se entristece cuando los creyentes no cambian su antigua manera de vivir y adoptan la nueva. Siente dolor cuando los creyentes mienten y ocultan la verdad, cuando se enojan y son implacables, cuando roban y se niegan a compartir, y cuando dicen palabras obscenas y no tienen un espíritu misericordioso.

Cuando usted fue salvo, el Espíritu de Dios puso en usted un sello, que declara que usted es de Dios para siempre. Como Él ha sido tan misericordioso que le dio salvación eterna, lo selló para siempre, y ha guardado su salvación hasta el día de la redención, ¿cómo es posible que lo contriste? Él ha hecho tanto por usted que, como muestra de gratitud, no debe contristarlo.

Tomado de Gracia a Vosotros

La promesa de grandeza



Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición
Génesis 12: 2.

El Dios de cielo y tierra, quien hizo el vasto cosmos y lo sostiene con Su poder, invitó a Abraham a convertirse en Su amigo y compañero, para que habitara en Su presencia y conociera la plenitud de gozo y placer que sólo Dios puede dar. Esta “bendición” de Dios –que sólo Abraham sería capaz de extender a otros también- es el comienzo de las promesas de Dios. No podemos entrar a la cosmovisión de las promesas de Dios a menos que vayamos a través de esta puerta de bendición. Siendo bendecidos, nuestros pecados son perdonados a través de Jesucristo y la ceguera es removida de nuestros ojos, ceguera espiritual que no nos permite ver la belleza, bondad y verdad de Dios. Ser bendecidos nos conduce a bendecir a otros. En la segunda serie de promesas que Dios graciosamente le ofrece a Abraham se encuentra la de hacer de él un gran pueblo y darle a él un gran nombre.

La primera sensación de “grandeza” que Dios le promete a Abraham tiene que ver con el pueblo que a través de él iba a ser bendecido por El. Ellos iban a ser una “gran nación” –muy numerosa. Así como lo leemos en otros pasajes de la Escritura, Dios dice que aquellos que siguen en la bendición de Abraham serán tantos como la arena del mar, el polvo del aire, las estrellas del cielo. Abraham no iba a ser bendecido por Dios en aislamiento, sino, que se iba a convertir en padre de incontables millones de personas que a través de los tiempos iban a recibir la gracia de Dios y, en fe y obediencia, iban a ser bendecidos para también ser de bendición.

Esta gran nación también iba a recibir un gran nombre, se le dijo a Abraham. Esto es, que iba a ser influyente, persuasiva, la clase de pueblo que determina el camino a seguir y que realiza contribuciones duraderas a la cultura y la sociedad. A Abraham se le prometió un tipo de grandeza que él nunca iba a conocer en su granja de Ur de los Caldeos. Dios le prometió hacer de él un pueblo numeroso e influyente como jamás haya existido pueblo alguno en la tierra. Sí, promesas como esa también captarían mi atención. Dios ha cumplido esta promesa hoy entre los seguidores de Jesucristo. Durante dos milenios, las Buenas Nuevas acerca de Jesús han barrido la faz de la tierra y las páginas de la historia, creando una familia de billones de personas que han conocido las bendiciones de Dios y que están extendiendo esa bendición a otros. La fe cristiana ha sido la religión más grande en el mundo desde los días de la iglesia primitiva y continúa creciendo y multiplicándose año por año. Sus seguidores que confían en Jesús y testifican de El, demuestran en una multiplicidad de formas la realidad del poder persuasivo de Su Nombre. Ciertamente, estas son preciosas y muy grandes promesas.

Reflexione:

  • ¿Qué atributo de la persona de Jesús te persuadió para creer en El? ¿Qué atributo de Su persona te persuade hoy para continuar siguiéndole?
  • Lee 2 Pedro 1: 16-21. La fe cristiana no está basada en mitos y fábulas, sino en hechos históricos. ¿Cuáles hechos? ¿Qué evidencia ves a través de la historia de que la promesa de grandeza que Dios le hizo a Abraham se cumplió y está siendo cumplida? ¿De qué maneras has experimentado esta promesa?
  • ¿Cuál es nuestra responsabilidad en ayudar a otros a hacer realidad esta promesa de grandeza? ¿Contra qué debemos guardarnos?
  • Si pudieras comenzar a conocer más de la promesa de grandeza, ¿cómo se vería en tu vida? ¿Cómo tu familia, amigos y compañeros de trabajo experimentarían tu crecimiento en la promesa de grandeza?

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

miércoles, 17 de junio de 2009

Palabras de edificación



La que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
Efesios 4:29

Si permite que Cristo guarde sus labios, todo lo que diga ha de beneficiar a otras personas. Usted debe estimular y fortalecer espiritualmente a las demás personas. ¿Es eso lo que ocurre cuando habla con ellas? ¿Se van edificadas en Jesucristo? Madres, cuando están con sus hijos durante todo el día, ¿los edifican las palabras de usted? Padres, cuando saca a pasear a sus hijos, ¿sus conversaciones con ellos son edificantes y estimulantes?

El versículo de hoy también indica que debemos dar a los demás la “necesaria” edificación, lo que significa que nuestras palabras satisfagan la necesidad. Cuando yo era niño, cada vez que le decía a mi mamá “¿Sabes lo que hizo fulano?”, ella me respondía: “¿Es necesario saberlo?” A menudo lo que yo quería decir era interesante, pero sin duda no era necesario.

Por último, nuestras palabras deben “dar gracia a los oyentes”. ¿Bendicen sus palabras a quienes las oyen? ¿Hay gracia en lo que usted dice? Puede estar seguro de que, si permite que el Señor ponga guarda a su boca y deja que su Palabra more en usted, entonces sus palabras serán las palabras de gracia de Dios.

Tomado de Gracia a Vosotros


La promesa de bendicion



Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición (Génesis 12,2).


Las promesas que Dios le ofreció a Abraham deben haberse visto al principio como expresiones sin mucho sentido. Abraham, después de todo, era un hombre rico, con una fortuna vasta. Venía de una familia prominente y adoraba a la deidad local conjuntamente con sus vecinos. Lo tenía todo, aparentemente. Pero el tenerlo todo, en apariencia, no cumplía con las expectativas de Abraham. Algo en él anhelaba perspectivas más brillantes, retos más grandes, mayores promesas. Para cuando Dios se le apareció en su tierra nativa y le expresó Sus muy grandes y preciosas promesas, él no lo pensó dos veces para abandonar todo lo que conocía y amaba para irse en busca de las promesas de Dios.

¿Qué le ofreció Dios a Abraham que tanto le cautivó? ¿Piensas tú que Abraham pudo haberse asustado un poco ante el hecho de dejarlo todo para seguir las promesas de Dios? ¿Por qué o por qué no? ¿Qué aprendemos acerca de la fe desde la disposición de Abraham de dejarlo todo y perseguir las promesas de Dios? Más que lecciones para nuestra propia vida.

Dios le hizo seis promesas a Abraham. Leemos acerca de ellas en Génesis 12: 1-3. Estas seis promesas, como Pablo nos dice, son ofrecidas a todos aquellos que, como Abraham, están dispuestos a separarse de sus perspectivas sin brillo en procura de recibir la gracia de Dios y seguirlo a El en fe. Las promesas hechas a Abraham pueden ser emparejadas en tres series. La primera serie de promesas tiene que ver con la idea de bendición. Dios prometió que El bendeciría a Abraham y El también prometió que El haría de él una bendición para otros. Ahora, ante esta situación nosotros quizás nos inclinemos a decir, “Pero, oigan, ¿no era Abraham un hombre bendecido? ¿Rico? ¿Establecido de por vida? ¿Estimado por todos?” Todo esto es verdad, pero no era exactamente lo que Abraham quería. No es lo que los seres humanos en las profundidades de sus almas, desean con intensidad.

La “bendición” que Dios le ofreció a Abraham apeló a él incluso más que todos sus éxitos y prestigio. Esto es porque la bendición de Dios involucra el ser atraído a una relación profundamente personal y transformadora con Dios mismo. Ser bendecido por Dios es ser conocido por El, amado por El y vinculado a El en intimidad de amor y servicio que vuelve todas las cosas nuevas en nuestras vidas. Abraham experimentó esta bendición, pero apenas parcialmente, sólo en perspectiva. Nosotros podemos conocer la bendición de Dios más plenamente que Abraham mediante nuestra confianza en Jesucristo. El es el Camino, la Verdad y la Vida. El es quien nos conecta con Dios y nos capacita para participar de El. Nosotros somos verdaderamente bendecidos cuando conocemos a Dios como se debe: personalmente, íntimamente, verdaderamente. Y desde esa condición de ser bendecidos, Dios nos promete a nosotros, como El lo hizo a Abraham, que nos usará para ayudar a que otros conozcan también esta gran bendición.

Un elemento central de esta vida plena y abundante es conocer y amar a Dios, vivir día a día con El en una relación de perdón, renovación, esperanza y gloria en la cual recibimos lo que El graciosamente nos ofrece y, por fe, obedecer lo que El demanda. Este es el camino de bendición y la bendición es la puerta de todas las promesas de Dios.

Para reflexionar:
  • Lee Mateo 6:24. ¿Pueden las personas conocer la bendición de Dios mientras sus corazones están fijos en las promesas del mundo? ¿Por qué no?
  • Si ser bendecido por Dios significa entrar en una relación eterna de amistad y amor con El, ¿qué significa para aquellos que están bendecidos ser una bendición para otros? ¿Cómo tú persigues esta promesa de Dios en tu propia vida?
  • ¿Es posible crecer en la bendición de Dios? ¿En ser una bendición para otros? ¿Qué implica ese proceso en tu vida? ¿Cómo vas a crecer en tu relación con Dios para ser bendecido por El y ser tú una bendición para otros?

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

martes, 16 de junio de 2009

Citas



La pornografía es una decisión que debemos tomar entre la creación o el Creador.

Mark Driscoll

El lenguaje inútil


Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca.

Efesios 4:29

Las frutas podridas huelen muy mal y son inservibles. No queremos estar cerca de ellas, y mucho menos comerlas. Lo mismo ocurre con el lenguaje corrompido. Sean chistes de color subido, palabras obscenas, cuentos sucios o lenguaje grosero, de ninguna manera debe caracterizar eso a un cristiano.

El Salmo 141:3 nos dice cómo eliminar tal lenguaje: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios”. Si Jesucristo es el guarda de nuestros labios, Él será quien determine lo que sale por ellos.

Tomado de Gracia a Vosotros

Las promesas de Abraham y las nuestras



Por eso es por fe, para que esté de acuerdo con la gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda la posteridad, no sólo a los que son de la ley, sino también a los que son de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros… (Romanos 4, 16)

Los seres humanos están hechos para vivir en base a promesas. Pero muy frecuentemente, esas promesas nos evaden o decepcionan, dejándonos drenados e insatisfechos y buscando más y mejores promesas.

Las Escrituras nos dicen que Jesús ofrece “mejores promesas” a aquellos que confían en El, que viven dentro de la estructura de una cosmovisión bíblica y esperan en la gloria de Dios. Pedro describe las promesas de Jesús como “preciosas y maravillosas” y dice que, mientras nos aferramos a esas promesas, participamos de la misma naturaleza de Dios (2 Pedro 1:4). Dado que Dios tiene en sí mismo toda la vida, poder, belleza, bondad, verdad, gozo, placer y satisfacción, no puede haber promesa más alta que aquella que nos capacita para participar de El. Esto es lo que Jesús ofrece –vida con Dios, todos los días, cada día, en cada aspecto de nuestras vidas, por siempre y para siempre. Ninguna serie de promesas sacadas del pensamiento humano más imaginativo puede siquiera compararse con esto que el mismo Dios nos ofrece.

El Apóstol Pablo nos muestra dónde buscar con el fin de entender y atrapar estas preciosas y muy grandes promesas. En las promesas que Dios le hizo a Abraham están las semillas de la vida plena y abundante que todo el mundo busca y por la cual todo el mundo conjura promesas mediante las cuales esperan satisfacer sus anhelos más profundos.

Pero las promesas de Jesús, primero ofrecidas a Abraham, no llegan procedentes de nuestra propia imaginación; las mismas nos son entregadas por gracia y nosotros nos aferramos a ellas por fe. Mientras mejor entendamos la vida que Jesús nos ofrece, más nos regocijaremos en la gracia de Dios tan magnánimamente ofrecida y más desearemos esas preciosas y muy grandes promesas, ya que también son nuestras.

La Biblia está llena de promesas. Si haces el ejercicio de subrayar todas las promesas de Dios durante tus tiempos de lectura bíblica, te sorprenderás después de varios años al ver cuánto de la Biblia se nos ofrece a nosotros en la forma de promesas.

Dios quiere lo mejor para nosotros y El sabe mejor que nosotros en qué consiste eso que es mejor. Dios es capaz de proveer lo que El ofrece, porque Su poder para hacer el bien desde Sus promesas no está constreñido por los límites de la imaginación o poder humanos. Dios nos ofrece preciosas y muy grandes promesas, promesas poderosas que nos capacitarán para participar de Su propia naturaleza y vida y El nos muestra la manera de hacer nuestras esas promesas.

Durante los próximos días, estaremos estudiando el personaje de Abraham, ya que con El las promesas de Dios son reducidas a su forma más simple. Al final, seremos motivados a recibir estas promesas. Preparemos nuestros corazones y fortalezcámonos para hacer nuestras esas promesas día por día y comenzaremos a conocer la plenitud de la vida buena, feliz, fructífera y pacífica que sólo la cosmovisión bíblica puede proveer.

Para reflexionar:

  • ¿Qué piensas que Pedro dijo cuando escribió que las preciosas y maravillosas promesas de Dios nos capacitan para ser partícipes de la naturaleza divina? ¿Cómo tú experimentas eso?
  • Pablo nos dice que las promesas de Dios llegan a nosotros por gracia y son recibidas por fe. ¿Qué quiere él decir con esto?
  • Reflexione sobre lo que usted conoce de Abraham: Dios, por gracia, lo buscó y le hizo preciosas y maravillosas promesas. Pablo dice que Abraham recibió estas promesas por fe. ¿Cómo podemos ver a Abraham actuando en fe hacia Dios y Sus promesas?
  • Piensa en los cristianos que conoces. ¿Están viviendo por las preciosas y maravillosas promesas de Dios, por las promesas de sus propias mentes o por alguna combinación de las dos? ¿Es esto bueno?
  • ¿Es posible decir de ti que estás más enamorado de tus propias promesas o de las promesas del mundo qué de las promesas de Dios? ¿Por qué?