lunes, 29 de junio de 2009

El arte del saqueo


Y el pueblo salió y saqueó el campamento de los arameos (2 Reyes 7:16).

La tragicómica historia de los leprosos samaritanos nos enseña un poderoso principio de la religión bíblica. La historia es familiar: Samaria había estado bajo un terrible sitio de los sirios y estaba cediendo bajo una hambruna creciente. Entonces, a la palabra de Eliseo, los sirios escaparon durante la noche, aterrorizados de lo que ellos suponían era el sonido de ejércitos que se acercaban. Literalmente, ellos dejaron todo y huyeron. Al amanecer, los dos leprosos, decidiendo que ir a los sirios podía significar su muerte, pero dado que ellos comoquiera estaban muriendo, entendieron que valía la pena intentar si ellos podían rogar por algo de comida, llegaron al campamento abandonado y se encontraron con todo el botín. Habiéndose satisfecho a sí mismos, regresaron a la ciudad y le dijeron al rey y todo el pueblo de Samaria salió afuera y saqueó el campamento abandonado de los sirios. Dios proveyó para las necesidades de Su pueblo – con todo y que estaban en rebelión en contra de El – de acuerdo a la palabra de Su profeta. Y él continúa haciéndolo en este día (Filipenses 4:19).

El principio ilustrado en esta historia es importante. Toda buena dádiva viene de Dios. Toda verdad es verdad de Dios. Y toda buena dádiva y toda verdad de Dios tienen la intención de beneficiar a Su pueblo mientras éste persigue los llamados de Su Reino para trastornar el mundo para Cristo. Este principio de “saquear a los paganos” se presenta en muchos lugares de la Escritura: Israel saqueando a los egipcios mientras escapaban al desierto; el pueblo de Dios bajo Josué saqueando las ciudades de Canaán; los recursos asegurados por Nehemías en la corte persa para la reconstrucción de Jerusalén. Estos son algunos de los episodios que ilustran este mismo principio, que Dios tiene la intención de equipar y proveer para Su pueblo las buenas dádivas y verdades útiles.

Si entendemos este principio, nos retará a estar en la búsqueda de cualquier cosa que Dios quiera darnos, para que así podamos estar mejor equipados para servirle a El en Su Reino. Estas dádivas y verdades son justamente nuestras y es parte de nuestro llamado en el Reino a discernir y asegurar esos bienes para los propósitos de la economía divina.

Para la alabanza de Su gloria, Dios nos ha entregado muchas dádivas y mucha verdad que se encuentra en lugares inimaginables; y para glorificarle a El tenemos el deber como Su pueblo de procesar y desplegar esas dádivas y verdades en el servicio de Su Nombre (Proverbios 25:2; 2 Corintios 10: 3-5).

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

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