domingo, 5 de junio de 2011

Artículo: El humor y la humildad


En su sermón en la Conferencia de The Gospel Coalition (TGC), Matt Chandler hizo una declaración que me golpeó en la cara: "Cuando tomamos los talentos que Dios nos ha dado para glorificarlo y los usamos para glorificarnos a nosotros mismos, estamos blasfemando". Que convicción producen esas palabras! Me estremezco al pensar que con demasiada frecuencia "sirvo al Señor" como una forma de atraer la atención sobre mí o sobre mis capacidades.

Desde TGC, he estado orando para que el Señor me permita ver su gloria de una manera tal que yo pueda arrancar de raíz mi egocentrismo innato. Una de las maneras en que Él ha estado exponiendo el orgullo en mi corazón es en el área del humor y la humildad.

Como cristianos, no deberíamos tener una buena impresión de nosotros mismos, ¿verdad? Pero con demasiada frecuencia, somos rápidos para juzgar, rápidos para ofendernos y rápidos para defender nuestro honor, porque creemos que merecemos honor y gloria.

Cuando andamos por el camino del orgullo, solemos dejar el humor atrás. O bien, podemos mantener el sentido del humor, pero es sarcástico y cortante, centrado en hacer daño a los demás.

Acabo de leer el libro “Rawhide Down: The Near Assassination of Ronald Reagan” (Rawhide ha caído: El casi asesinato de Ronald Reagan). El libro detalla el intento de asesinato en 1981 que casi acabó con la vida del presidente Reagan. Lo que más me impresionó acerca de este evento no fueron los detalles sobre la actuación del Servicio Secreto ni las decisiones que tomó el personal del hospital, sino la actitud de Reagan en un momento de crisis personal.

Aquí estaba el hombre más poderoso del planeta, supervisando un mundo que estaba al borde de un desastre nuclear, a punto de someterse a una operación que podía terminar mal, y sin embargo exuda una cálida confianza y un autocrítico sentido del humor. En el contexto del temor, el humor de Reagan desarma a cualquiera. Los críticos pueden pensar que él se estaba desconectando de la realidad, pero la gente que estaba a su alrededor asegura que el humor de Reagan no era más que la expresión de una profunda humildad.

Probablemente usted ha escuchado lo que Reagan le dijo a los médicos antes de ir a cirugía: "Yo espero que todos ustedes sean republicanos". O podrá recordar lo que el presidente dijo cuando su esposa Nancy, llegó al hospital. Repitiendo una frase famosa del boxeador Jack Dempsey cuando perdió el campeonato de peso pesado en 1926, Reagan dijo: "Mi amor, se me olvidó agacharme".

Pero esas no fueron las únicas frases celebres de Reagan ese día. Cuando no podía hablar a causa del tubo de respiración, garabateaba algunas lineas en un papel para las enfermeras:

Mi favorita es: "¿Podríamos reescribir esta escena empezando desde el momento que salí del hotel?"
En un momento, citó la famosa frase de Winston Churchill que decía: "no hay nada más excitante que te disparen y fallen".
Cuando en la conversación se hablaba sobre California, tomó el papel y escribió: "Llévenme a Los Ángeles donde pueda ver el aire que estoy respirando".
Y también dijo: "Si yo hubiera tenido tanta atención en Hollywood me habría quedado allí."

Aún más impresionante que el sentido del humor de Reagan fue su modestia. Cuando los médicos le rodeaban discutiendo sobre su precaria situación, el presidente interrumpió educadamente y les dijo: "No quisiera interrumpirlos, pero estoy teniendo dificultades para respirar".

"Interrumpirlos"!? Si alguien tenía el derecho de exigir un trato especial, ese era él. Pero el presidente no asumió sus derechos. Él simplemente no se dejaba impresionar por sí mismo. Él fue genuinamente modesto respecto a sus logros. Desviaba de crédito del éxito mencionando a la gente capacitada que trabajaba a su alrededor. Los agentes del servicio secreto dicen que el nunca los trató como personas contratadas.

Independientemente de su opinión sobre las políticas de Reagan, sin duda que podemos aprender mucho del humor y humildad de este hombre. Y al reflexionar sobre su ejemplo, nos damos cuenta de que el humor y la humildad a menudo están relacionadas. Piénselo. Cuando usted está más preocupado por usted mismo, sus derechos, sus deseos, su estado, no se ríe mucho. Tampoco las personas que le rodean.

El orgullo es un asesino del gozo. Reduce las sonrisas. Propaga el mal humor. Y siempre trae peleas.

El orgullo distorsiona nuestra visión de la realidad. Nos tomamos demasiado en serio como para reírnos de nosotros mismos. Nos creemos demasiado indispensables como para tomar un descanso de nuestro trabajo. Somos demasiado importantes como para permitir que otros tengan una impresión desfavorable de nosotros.

Pero entonces, una visión de la gloria del Rey Jesús expone lo absurdo que esto es. Es vergonzoso en verdad. Actuamos como dioses, cuando en comparación con la gloria de Dios, somos como hormiguitas compitiendo por el prestigio. Somos como velas, haciendo alarde de nuestra luz, cuando en realidad, estamos afuera a plena luz del día. Jesús nos supera a todos. La única manera de lograr algo de nosotros mismos es en Cristo.

C.S. Lewis escribió:

El punto es que Dios quiere que usted le conozca: quiere darle de sí mismo. Y Él y usted son de tal naturaleza que si usted realmente consigue un contacto de cualquier tipo con él, usted será humilde, encantadoramente humilde, sintiendo el infinito alivio de haberse deshecho por primera vez de todas las tonterías que cree acerca de su propia dignidad que le ha hecho implacable e infeliz durante toda su vida. Él quiere hacerle humilde para hacer posible este momento: quiere sacar un montón de disfraces ridículos y feos que todos nos nosotros nos hemos confeccionado y nos pavoneamos con ellos mostrando los pequeños idiotas que somos.

Lewis aprendió bien la lección. Terry Lindvall escribió en “Surprised by laughter: The comic world of C.S. Lewis” (Sorprendido por la risa: el cómico mundo de CS Lewis), los siguiente:

La risa es un regalo divino para el humano que es humilde. Un hombre orgulloso no puede reírse porque tiene que proteger su dignidad, no puede entregarse al vaivén de su panza. Pero un hombre pobre y feliz se ríe con ganas, porque no le presta mucha atención a su ego... Sólo los realmente humildes pertenecen a este reino de la risa divina... El humor y la humildad son una buena compañía. El humor autocrítico puede ser un recordatorio saludable de que no somos el centro del universo, que la humildad es nuestra posición correcta ante nuestros semejantes y ante el Dios Todopoderoso...


Tomado de Kingdom People

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