domingo, 21 de junio de 2009

Todas en una


Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre vosotros por nosotros (por mí y Silvano y Timoteo) no fue sí y no, sino que ha sido sí en El. Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí; por eso también por medio de El, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros (2 Corintios 1, 19-20).
Frecuentemente en las Escrituras, cuando Dios se está refiriendo a la relación de promesa que El tiene con Su pueblo, El resume todos los beneficios y bendiciones de la misma con la frase, “Yo seré tu Dios y tú serás Mi pueblo”. Esta relación de pacto captura la esencia de la vida de las promesas divinas que podemos recibir por la gracia de Dios. El se vincula con nosotros como nuestro Dios y nos causa que nos aferremos a El y vivamos para El como Su pueblo. Nada, ninguna otra forma de vida, podría ser más plena, más satisfecha, más plena con justicia, paz y gozo que la vida que podamos tener con Dios. El es todo lo que necesitamos, la plenitud de gozo y placer que podemos encontrar para siempre (Salmo 16). Y en Jesucristo, sin embargo, Dios ha traído en un enfoque sencillo todas Sus preciosas y muy grandes promesas y nos invita a nosotros a entrar en ellas, disfrutarlas, vivirlas y pasarlas a otros. Pablo dice que Jesucristo es el “Sí” de las promesas de Dios. Si tenemos a Jesús, si El está en nosotros y está creciendo en nosotros, todas las preciosas y muy grandes promesas de Dios serán nuestras.
Es difícil describir o explicar sólo cuán completamente satisfactoria puede ser la vida en las promesas de Dios. A través de Jesucristo conocemos la bendición de una relación íntima con el Dios viviente. Por El, y en Su poder, somos comisionados a extender esa vida bendecida al mundo entero. Somos parte de una gran compañía de personas dotadas de la misma mentalidad nuestra que están en una misión otorgada por Cristo de extender Su Reino e incrementar Su gloria. Vemos el poder de Su Nombre para persuadir a otros de su necesidad de salvación y nos regocijamos de ser capaces, por Su Espíritu, de asimilar Su Palabra con efectos poderosos. El está con nosotros siempre y nosotros estamos sentados en lugares celestiales con El; así, nosotros sabemos que El proveerá todas nuestras necesidades y nos guardará contra aquellos que podrían hacernos daño. E incluso si sufrimos daño, nunca será en vano, porque la aflicción por el Nombre de Jesús trae paz, fortaleza y seguridad creciente de Su presencia y amor.
Asimismo, somos capaces de dejar un legado de alabanza a Dios que se extiende desde nosotros a todas las personas que tocamos por Su gracia y a todas las personas que tocamos, por generaciones venideras. Por Su gloriosa obra salvadora, Jesús de Nazaret ha sido declarado Hijo de Dios con poder, el Salvador y el Señor de todos los hombres, el punto focal de las promesas de Dios, el Camino, la Verdad y la Vida. Conocerlo a El es conocer a Dios. Llenarse de El es llenarse de Dios. Vivir por El es tomar la vida de las preciosas y muy grandes promesas, todos los días, en todas las situaciones, para que así, la gracia y la verdad, belleza y bondad, excelencia y amor permeen todo lo que somos y hacemos.

Reflexione:
  • ¿Crees que Dios puede capacitarte para conocer y experimentar más de Sus preciosas y muy grandes promesas? ¿Qué va a requerir eso de ti?
  • ¿Crees que las preciosas y muy grandes promesas de Dios son más importantes, más seguras y más satisfactorias que cualquier otra promesa que puedas visualizar? ¿Cómo esperas que esas promesas afecten tu matrimonio, tu trabajo, tu testimonio y tu involucramiento en la iglesia?
  • ¿Cuáles son las lecciones más importantes que has aprendido de este estudio semanal de las promesas de Dios?

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario