Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición
Génesis 12: 2.
El Dios de cielo y tierra, quien hizo el vasto cosmos y lo sostiene con Su poder, invitó a Abraham a convertirse en Su amigo y compañero, para que habitara en Su presencia y conociera la plenitud de gozo y placer que sólo Dios puede dar. Esta “bendición” de Dios –que sólo Abraham sería capaz de extender a otros también- es el comienzo de las promesas de Dios. No podemos entrar a la cosmovisión de las promesas de Dios a menos que vayamos a través de esta puerta de bendición. Siendo bendecidos, nuestros pecados son perdonados a través de Jesucristo y la ceguera es removida de nuestros ojos, ceguera espiritual que no nos permite ver la belleza, bondad y verdad de Dios. Ser bendecidos nos conduce a bendecir a otros. En la segunda serie de promesas que Dios graciosamente le ofrece a Abraham se encuentra la de hacer de él un gran pueblo y darle a él un gran nombre.
La primera sensación de “grandeza” que Dios le promete a Abraham tiene que ver con el pueblo que a través de él iba a ser bendecido por El. Ellos iban a ser una “gran nación” –muy numerosa. Así como lo leemos en otros pasajes de la Escritura, Dios dice que aquellos que siguen en la bendición de Abraham serán tantos como la arena del mar, el polvo del aire, las estrellas del cielo. Abraham no iba a ser bendecido por Dios en aislamiento, sino, que se iba a convertir en padre de incontables millones de personas que a través de los tiempos iban a recibir la gracia de Dios y, en fe y obediencia, iban a ser bendecidos para también ser de bendición.
Esta gran nación también iba a recibir un gran nombre, se le dijo a Abraham. Esto es, que iba a ser influyente, persuasiva, la clase de pueblo que determina el camino a seguir y que realiza contribuciones duraderas a la cultura y la sociedad. A Abraham se le prometió un tipo de grandeza que él nunca iba a conocer en su granja de Ur de los Caldeos. Dios le prometió hacer de él un pueblo numeroso e influyente como jamás haya existido pueblo alguno en la tierra. Sí, promesas como esa también captarían mi atención. Dios ha cumplido esta promesa hoy entre los seguidores de Jesucristo. Durante dos milenios, las Buenas Nuevas acerca de Jesús han barrido la faz de la tierra y las páginas de la historia, creando una familia de billones de personas que han conocido las bendiciones de Dios y que están extendiendo esa bendición a otros. La fe cristiana ha sido la religión más grande en el mundo desde los días de la iglesia primitiva y continúa creciendo y multiplicándose año por año. Sus seguidores que confían en Jesús y testifican de El, demuestran en una multiplicidad de formas la realidad del poder persuasivo de Su Nombre. Ciertamente, estas son preciosas y muy grandes promesas.
Reflexione:
- ¿Qué atributo de la persona de Jesús te persuadió para creer en El? ¿Qué atributo de Su persona te persuade hoy para continuar siguiéndole?
- Lee 2 Pedro 1: 16-21. La fe cristiana no está basada en mitos y fábulas, sino en hechos históricos. ¿Cuáles hechos? ¿Qué evidencia ves a través de la historia de que la promesa de grandeza que Dios le hizo a Abraham se cumplió y está siendo cumplida? ¿De qué maneras has experimentado esta promesa?
- ¿Cuál es nuestra responsabilidad en ayudar a otros a hacer realidad esta promesa de grandeza? ¿Contra qué debemos guardarnos?
- Si pudieras comenzar a conocer más de la promesa de grandeza, ¿cómo se vería en tu vida? ¿Cómo tu familia, amigos y compañeros de trabajo experimentarían tu crecimiento en la promesa de grandeza?
Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario