domingo, 28 de junio de 2009

Construyendo sobre la obra de Jesús


Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno (1 Corintios 3, 12-13).
Un día viene, las Escrituras nos aconsejan, cuando todo el trabajo que hemos hecho será presentado en despliegue para que todo el mundo, los ángeles, los santos y el Señor de gloria lo inspeccionen. En ese momento será claro y visible para todos cuán agradecidos fuimos con el Señor por todos sus dones buenos y perfectos, cuánto cultivamos la salvación que El gratuitamente nos regaló y cuán dedicados fuimos al trabajo que El nos encomendó. Y entonces escucharemos persona tras persona, de cada edad y tribu y lengua regocijándose mientras el Rey Jesús les dice a ellos, “Bien hecho, siervo bueno y fiel, entra al gozo de Mi Reino”. Si este día y esta expectativa y esperanza no son la fuerza impulsora de cada aspecto de nuestras vidas y trabajo, entonces es dudoso que hemos entendido verdaderamente las Buenas Nuevas del Reino o hemos recibido la salvación que libremente el Rey nos ofrece a nosotros. Ese es un lenguaje muy duro, lo sé, pero enfrentemos la realidad: si no hemos abrazado a Jesús como Señor de cada área de nuestras vidas, de todo el trabajo que se nos ha entregado, entonces todavía estamos viviendo para nosotros mismos, no para El. Estamos intentando construir sobre el fundamento de Su gloriosa obra redentora un edificio de madera, heno y paja y algún día eso se hará tristemente evidente ante la vista de todos.

Pero podemos mirar hacia ese día con esperanza, con la anticipación del gozo sin fin para escuchar la exaltación de nuestro trabajo por parte de Dios. No trabajamos para ganarnos nuestra salvación; trabajamos para el Señor en todas las formas que hemos discutido en la semana porque estamos agradecidos de lo que El nos ha dado y queremos que todo lo que somos y hacemos se enfoque en El, en su belleza y majestad y bondad y gloria.

Entonces, ¿cómo podemos construir sobre la obra de Jesús para así asegurar un resultado gozoso de ese grandioso y último día? Cinco sugerencias rápidas: primero, siempre sé con la obra del Señor (Juan 9:4). ¿Qué puede ser más importante para tu tiempo que llevar a cabo la obra por la cual le traes gloria y honor a Dios? Segundo, mantén tu ojo sobre el horizonte eterno y trabaja siempre para el Señor (Juan 6:27; Col 3: 23-24). En otras palabras, trabaja como si ese día final está encima de ti en cada momento. Sé diligente en complacer a Dios por encima de todas las cosas en todos tus trabajos. Tercero, mantente sobre la senda marcada por la Ley de Dios (1 Juan 2:1-6; Efesios 2:10). Hemos sido salvados para hacer las buenas obras ordenadas de antemano y fijadas en la santa, justa y buena Ley de Dios. Cuarto, busca colaboradores de tu misma mentalidad (1 Corintios 3: 5-9). Afílense, estimúlense, ayúdense y rétense el uno al otro para hacer todo vuestro trabajo como para el Señor. Quinto, tómate el descanso que Dios quiere que tú tomes –cada día y especialmente en el Día del Señor. Necesitamos ser serios acerca del trabajo mediante el cual glorificamos a Dios y necesitamos ser serios acerca del reposo que El demanda. Permitámonos trabajar para la gloria del Señor, así como Jesús lo hizo, procurando cada día mirar el día en que él vendrá en gloria.

Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

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