sábado, 20 de junio de 2009

Aferrándonos a las promesas


Sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo (Romanos 4, 20-21).

No importa lo que hagas en la vida, tú perseguirás promesas. Es la forma en que la gente vive. Fijarás tu mente y corazón en un montón de promesas –cosas y situaciones que crees te proveerán de la felicidad y bienestar máximos- y todo lo que hagas todos los días de tu vida te llevará al cumplimiento de dichas promesas. Sin embargo, Dios nos ofrece preciosas y muy grandes promesas –las promesas hechas a Abraham- y nos invita a venir, por fe en Jesucristo, a recibir la gracia de esas promesas y la plenitud de vida con El. Entonces, ¿cómo nosotros nos aferramos a las promesas de Dios para que así conozcamos de manera creciente esta vida plena y abundante que El planea para nosotros? Pablo nos dice brevemente cómo podemos comenzar a organizar nuestras vidas en derredor de las promesas de Dios y enfocar nuestras energías en la realización de ellas más y más, día por día.

Primero, necesitamos asegurarnos que entendemos las promesas de Dios y que las vemos tal y como son: preciosas y muy grandes. Abraham luchó con esto. El trató de que las promesas de Dios se ajustaran a sus experiencias y expectativas carnales. Le tomó muchos años de esperar en el Señor, escucharlo a El y recibir clarificación adicional antes de entender finalmente la enormidad de lo que Dios le estaba prometiendo. Asimismo nosotros, si conociéramos estas promesas, debemos rendirnos al estudio, a la meditación y a la espera en Dios, para así expandir nuestra visión y entendimiento, hasta que la grandeza y las implicaciones de estas promesas se instalen en nuestras mentes y corazones.

Luego, debemos darle gloria a Dios por Sus promesas –alabándole y agradeciéndole a El diariamente, conversando con El acerca de Sus promesas y exaltándole por tanta gracia y misericordia derramadas, entregándole a El nuestros planes y visiones con actitud de agradecimiento y alabanza. Como parte de este ejercicio, trata de visualizar, diariamente, cómo se verá tu vida al momento de dar el próximo paso hacia una u otra de las promesas. Por ejemplo, a Abraham se le prometió un hijo. Aunque estaba bien entrado en edad y él y Sara no habían tenido relaciones sexuales durante muchos años, él supo en qué consistía el próximo paso y él lo dio en fe. ¿Cómo se ve tu próximo paso mientras tratas de hacer del Evangelio de Jesucristo tu vida misma, de bendecir las vidas de tus hermanos, de persuadir de la verdad de Dios a tus conocidos inconversos, de influir en las formas de pensar de las mentes mundanas que te rodean, de confiar en Dios para tu provisión diaria y de crecer en Sus bendiciones?

Mientras vivimos por Sus promesas diariamente, nos movemos hacia ellas más y más. Estudia, alaba al Señor, no te ciegues al despliegue de Sus promesas en tu vida y entonces actúa bajo la creencia de que El lo hará. Esta es la forma de aferrarnos a las preciosas y muy grandes promesas de Dios.

Reflexione:
  • ¿Qué harás a partir de este punto para aferrarte a las promesas de Dios?
  • Dios hizo un pacto con Abraham en Génesis 15, en el cual El juró cumplir todo lo que El había prometido¿Estarías dispuesto a perseguir firme y consistentemente las preciosas y muy grandes promesas de Dios? ¿Cómo se lo dirías al Señor? Haz una oración en esa dirección.
Tomado de: View Point. T.M. Moore. Break Point Ministries www.wilberforceproject.com

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