martes, 16 de junio de 2009

Las promesas de Abraham y las nuestras



Por eso es por fe, para que esté de acuerdo con la gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda la posteridad, no sólo a los que son de la ley, sino también a los que son de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros… (Romanos 4, 16)

Los seres humanos están hechos para vivir en base a promesas. Pero muy frecuentemente, esas promesas nos evaden o decepcionan, dejándonos drenados e insatisfechos y buscando más y mejores promesas.

Las Escrituras nos dicen que Jesús ofrece “mejores promesas” a aquellos que confían en El, que viven dentro de la estructura de una cosmovisión bíblica y esperan en la gloria de Dios. Pedro describe las promesas de Jesús como “preciosas y maravillosas” y dice que, mientras nos aferramos a esas promesas, participamos de la misma naturaleza de Dios (2 Pedro 1:4). Dado que Dios tiene en sí mismo toda la vida, poder, belleza, bondad, verdad, gozo, placer y satisfacción, no puede haber promesa más alta que aquella que nos capacita para participar de El. Esto es lo que Jesús ofrece –vida con Dios, todos los días, cada día, en cada aspecto de nuestras vidas, por siempre y para siempre. Ninguna serie de promesas sacadas del pensamiento humano más imaginativo puede siquiera compararse con esto que el mismo Dios nos ofrece.

El Apóstol Pablo nos muestra dónde buscar con el fin de entender y atrapar estas preciosas y muy grandes promesas. En las promesas que Dios le hizo a Abraham están las semillas de la vida plena y abundante que todo el mundo busca y por la cual todo el mundo conjura promesas mediante las cuales esperan satisfacer sus anhelos más profundos.

Pero las promesas de Jesús, primero ofrecidas a Abraham, no llegan procedentes de nuestra propia imaginación; las mismas nos son entregadas por gracia y nosotros nos aferramos a ellas por fe. Mientras mejor entendamos la vida que Jesús nos ofrece, más nos regocijaremos en la gracia de Dios tan magnánimamente ofrecida y más desearemos esas preciosas y muy grandes promesas, ya que también son nuestras.

La Biblia está llena de promesas. Si haces el ejercicio de subrayar todas las promesas de Dios durante tus tiempos de lectura bíblica, te sorprenderás después de varios años al ver cuánto de la Biblia se nos ofrece a nosotros en la forma de promesas.

Dios quiere lo mejor para nosotros y El sabe mejor que nosotros en qué consiste eso que es mejor. Dios es capaz de proveer lo que El ofrece, porque Su poder para hacer el bien desde Sus promesas no está constreñido por los límites de la imaginación o poder humanos. Dios nos ofrece preciosas y muy grandes promesas, promesas poderosas que nos capacitarán para participar de Su propia naturaleza y vida y El nos muestra la manera de hacer nuestras esas promesas.

Durante los próximos días, estaremos estudiando el personaje de Abraham, ya que con El las promesas de Dios son reducidas a su forma más simple. Al final, seremos motivados a recibir estas promesas. Preparemos nuestros corazones y fortalezcámonos para hacer nuestras esas promesas día por día y comenzaremos a conocer la plenitud de la vida buena, feliz, fructífera y pacífica que sólo la cosmovisión bíblica puede proveer.

Para reflexionar:

  • ¿Qué piensas que Pedro dijo cuando escribió que las preciosas y maravillosas promesas de Dios nos capacitan para ser partícipes de la naturaleza divina? ¿Cómo tú experimentas eso?
  • Pablo nos dice que las promesas de Dios llegan a nosotros por gracia y son recibidas por fe. ¿Qué quiere él decir con esto?
  • Reflexione sobre lo que usted conoce de Abraham: Dios, por gracia, lo buscó y le hizo preciosas y maravillosas promesas. Pablo dice que Abraham recibió estas promesas por fe. ¿Cómo podemos ver a Abraham actuando en fe hacia Dios y Sus promesas?
  • Piensa en los cristianos que conoces. ¿Están viviendo por las preciosas y maravillosas promesas de Dios, por las promesas de sus propias mentes o por alguna combinación de las dos? ¿Es esto bueno?
  • ¿Es posible decir de ti que estás más enamorado de tus propias promesas o de las promesas del mundo qué de las promesas de Dios? ¿Por qué?

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