domingo, 10 de abril de 2011

Aprendí


Una de las mayores luchas que se nos presentan a los hombres cuando venimos al Señor, sucede al ser confrontados en nuestros roles de esposo, padre, hijo, profesional, etc.

Resulta asombroso como hemos sido programados para consciente o inconscientemente andar en la vida con una meta prioritaria y a veces única: Alcanzar el éxito. Éxito económico, emocional, físico, profesional, etc.

Un éxito basado en los estándares de este mundo, enseñado y reforzado por los medios de comunicación y nuestro sistema de consumo, pero sobre todo ponderado con la herramienta de medición preferida por el diablo: los ojos… la apariencia, la imagen.

En mi caso, como a muchos de ustedes, el Señor empezó a trabajar en mí, desde el momento en que le mostré mi deseo de querer agradarle, obedecerle y rendir ante El hasta mis pensamientos.

Me sentí atrapado en un molde de apariencia como Saúl. Enfrentado a un Dios del cual estaba aprendiendo que no miraba como el hombre ve, que no mira la apariencia exterior, sino que mira nuestro corazón. Pero a diferencia de Saúl, no me sentí rechazado por este Dios, ni acusado por Su profeta, sino que en Su gracia he tenido la oportunidad de iniciar un proceso de desaprendizaje.. de cambio de molde, que me llevará a ser digno de que mi Dios pudiera ver mi corazón.

Sé que este proceso nunca acabará de este lado de la Gloria… pero en la Gracia del Señor pretendo sentarme cada día en un pupitre del aula del Señor y oir Sus enseñanzas:

Aprendí que las palabras más sencillas para llamar a la autoestima, autosuficiencia y deseo de superación son el ORGULLO y la VANAGLORIA.

Aprendí que Moisés tuvo que vivir 40 años como sirviente y mantenido de su suegro, para poder desaprender todos sus conceptos de liderazgo egipcio para que entonces el Señor pudiera convertirlo en un verdadero pastor de almas.

Aprendí lo que es estar diligentemente quieto!

Aprendí que la obediencia es la llave que abre el cofre que contiene las más maravillosas promesas de Dios.

Aprendí que mientras más cerca estoy de mi Dios, más claro puedo oir Su voz.

Aprendí que el hijo busca más fácil al padre cuando tiene problemas y sufrimientos que cuando se siente seguro y en paz.

Aprendí que se puede estar gozoso y a la vez triste.
Aprendí que la paz de Dios puede guardar mi corazón aunque mis problemas no desaparezcan.

Aprendí que es más beneficioso para mi salud compartir una grasosa pizza en compañía de mis hijos, que una ensalada de un restaurant gourmet sin ellos.

Aprendí que son más provechosas las calorías que se queman aparando con mi hijo de 8 años que trotando en la caminadora de un gimnasio.

Aprendí que mi esposa agradece mucho más, mi disposición a ayudarla en la casa, que un fastuoso arreglo de flores entregado delante de sus compañeras de oficina.

Aprendí que no me hace menos hombre que mi esposa sepa donde estoy a cualquier hora del día o de la noche.

Aprendí que soy valiente ante el Señor… cuando huyo del pecado.

Aprendí que mi esposa no tiene mis mismos gustos y necesidades…

Aprendí que mis empleados tampoco tienen mis mismos gustos ni necesidades. Y que la mayoría de las veces, las virtudes de ser exigente, recto e intachable son disfraces del pecado de falta de misericordia.

Aprendí que mis empleados los puso Dios en mi oficina, no para hacerla más productiva, sino primordialmente para que yo ministrara en sus corazones y ellos en el mio.

Aprendí que todo cuanto soy y tengo… lo soy y tengo a pesar de mi y mi pecado, sólo por Su gracia. Y que poner mi confianza en inteligencia, propiedades, seguros, relaciones, familia, es tan abominable para Dios como la idolatría del más pagano de los hechiceros.

Aprendí que no me hace menos papá pedir perdón a mi hijo de 14 años al darme cuenta que lo ofendí con una disciplina mal implementada.

Aprendí que el sistema educativo de Dios, es totalmente inverso al del mundo: Iniciamos como estudiantes universitarios que creen que saben mucho, quizás más que su maestro.
A medida que avanzamos, somos como el estudiante de 7mo y 8vo, que reconoce que no lo sabe todo y que su profesor es quién le puede enseñar. Estaremos más cerca de haber aprendido nuestros roles en esta vida cuando nos sintamos como niños preescolares, que necesitan y anhelan que su maestro se siente a su lado y los tome de la mano para caminar.

Aprendí que la meta en nuestra vida debe ser vivir en plena dependencia de Dios.

Reynaldo Logroño

4 comentarios:

  1. Gracias, mas proactivos de lo esperado. Un mensaje para rumiar, Congratulaciones Reynaldo.

    Pareceria que caminamos para graduarnos de ya se Leer ( Obedecer)!!!
    Abrazos

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  2. WAO... Este testimonio ha sido un balde de agua fri para despertarme, solo un añito de casado y tantas cosas que olvidaba de como debo de tratar a mi esposa... En verdad que Dios te ha usado randemente Reynaldo, se que fuiste de gran bendición para todos nosotros el sabado, tu vida me ministra mucho.

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  3. Bendecimos a Dios, por lo que EL esta haciendo en tu vida y al mismo tiempo por compartir estas hermosas verdades que todos necesitamos aprender.
    Un abrazo. !!!

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  4. Gracias por tu testimonio Reynaldo me confronta y me anima a rendirme mas ante Dios.

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