Los juegos de azar son un ataque directo contra la ética de trabajo presentada en la Escritura. Uno de los hilos continuos a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamentos es la dignidad del trabajo honroso y la recompensa adecuada al trabajo y la industriosidad. El obrero digno de su salario es recompensado. Las personas perezosas, haraganas e improductivas no merecen recompensa financiera y eran un escándalo para la iglesia primitiva. Los juegos de azar separan la dignidad del trabajo de la esperanza de la ganancia financiera, ofreciendo la esperanza de las riquezas sin el trabajo y la recompensa sin la dignidad.
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