domingo, 18 de diciembre de 2011

Artículo: Las navidades y las tensiones familiares


Parte 2/3

2) Honor. Las Escrituras nos mandan a temer a Dios, obedecer al rey y a honrar (ojo con esto) a todos (1 P. 2:17). Aunque tus padres fueren sumo sacerdotes de la iglesia de Satanás, siguen siendo tus padres. Aun si tu prima se da unos tragos en el carro, para quitarse un poco el efecto de la cocaína… bueno, todavía tiene la impresa la imagen del Dios que tú adoras.
No puedes hacer la voluntad de Dios oponiéndote a la voluntad de Dios. Es decir, no puedes evangelizar al deshonrar a tu padre y a tu madre, o al irrespetar a aquellos que portan la imagen de Dios. Ora para que Dios te muestre que ellos son dignos de honor y enséñale a tus hijos a que te imiten mostrando respeto y gratitud.

3) Humildad. Esta es una de las razones por las que los cristianos tienen tantas dificultades con sus familiares no creyentes o creyentes nominales. Nuestros familiares entienden nuestras diferencias de opinión respecto a la persona de Jesús de la misma manera que entienden un desacuerdo en temas como la guerra de Afghanistan, quién ganará las elecciones o cuál equipo de beisbol es mejor. A veces la frustración viene, no porque el creyente ama a sus familiares, sino porque ama tener la razón. No debemos darle importancia al “tener la última palabra”. Jesús jamás trató de probar que Él tenía la razón. Y lo acusaron de todo; desde borrachón hasta demoníaco. Él rechazó la tentación de forzar una vindicación visible, confiando en que Dios lo vindicaría en su tumba vacía.

A menudo los cristianos tendemos hacia el satanismo en este periodo de fiesta ya que, en el fondo, nos enorgullecemos de conocer la verdad del evangelio. La ira que sientes cuando el “Tío Contentón” dice que “todos los caminos llevan a Dios” puede que tenga más que ver con el hecho de que amas tener siempre la razón en vez de que quisieras ver a esa persona en la resurrección. Además, muchas veces olvidamos cómo fue que llegamos a estar con Cristo. No fue un acto de brillantez, como ser aceptado en Harvard o aprender a hacer el cubo de Rubik en 20 segundos. “¿Qué tienes que no has recibido?”, nos pregunta el Apóstol Pablo, “y si lo recibiste, porqué te jactas como si no lo hubieras recibido?” (1 Co. 4:6-7).

Satanás quiere destruirte con su imperfección principal: el orgullo (1 P. 5:7-9; 1 Ti. 3:6). A él no le importa si ese orgullo te llega cuando en la mesa familiar te das cuentas de que ganas más dinero que tus primos, o cuando al ver lo que ocurre en la mesa piensas “gracias Señor porque no soy como estos publicanos”. El resultado final es el mismo (Pr. 29:23).

A menos que tengas una familia excepcionalmente santificada, a menudo te vas a topar con matrimonios a la deriva, crisis parentales y otras mil dolencias de la caída. Si tu respuesta es enorgullecerte al ver tu propia situación, hay un satanista en esa reunion familiar... y ese eres tú.

continúa...

No hay comentarios:

Publicar un comentario